martes, 30 de noviembre de 2010
Una dirección, varias preguntas (*)
Una joven mujer con varios hijos pequeños llega al centro de salud en una situación de urgencia social. Perdió su casa en un incendio y estuvieron durmiendo en la calle.
Tuve 4 entrevistas con ella. Durante los tres primeros encuentros solo habló de su preocupación por no tener un techo, de sus recorridas buscando ayuda, volviendo siempre al tema de no tener que darle de comer a sus hijos. Se la ve desesperada. Los padres de los niños no pasan cuota de alimentos. Y una frase que se repetía “todo lo hago por mis hijos”.
Le doy mi número de teléfono para que pueda comunicarse directamente conmigo. Un domingo a la mañana me manda un mensaje de texto diciendo “que estaba internada, que estaba sola…” la llamo y decido ir a verla.
Superviso el caso y la indicación es que es necesaria la intervención de trabajo social.
La llamo en varias oportunidades y no logro comunicarme. Después de dos semanas vuelve a la consulta. Allí me cuenta que estuvo internada hasta unos días antes.
Lo primero que le planteo es que hay situaciones que exceden lo que se puede trabajar en el espacio terapéutico; que la realidad que ella está viviendo es muy compleja y le doy en un papel escrita la dirección de desarrollo social y el nombre de la persona con quien debía hablar. Le remarco que este espacio está abierto si ella tiene deseos de trabajar las cosas que le pasan más allá de esta realidad compleja que nos excede, si ella se hace alguna pregunta o tiene alguna inquietud en relación a las cosas que le ocurrieron o le ocurren. Y me quedo en silencio y con una actitud diferente a los encuentros anteriores, hace silencio, lee el papel y lo guarda. Después de unos minutos comienza a relatar la operación ginecológica que le realizaron y como transcurrieron sus días internada. Plantea que esta cansada, “que va a ser siempre igual” ante lo cual le digo “para mi si vos hoy estas acá es porque crees que hay una opción diferente”. Hace un prolongado silencio. Lo sostengo.
Luego comienza a decir que no sabe bien en que consistió la cirugía pero menciona que quien la acompañaba le dijo “te vaciaron”. Estas palabras produjeron en ella desesperación; refiere que planteo “quiero hablar con la psicóloga para que me diga que siente una mujer”. Toda la entrevista hablo del tema de su feminidad y de lo que le generó enterarse que “la vaciaron”. Comienza a preguntarse como será ahora la relación con los hombres, si sentirá deseo, que va a ocurrir en su cuerpo, si tendrá sus períodos, etc.
Esta mujer pasó de su entendible y dramática realidad social a un lugar diferente, donde su ser mujer comienza a quedar interrogado. Llega al centro de salud con un pedido de ayuda antes que con un pedido de análisis.
La pregunta por la femineidad comienza a tomar forma a partir de un real que irrumpe, que desestabiliza, que la deja vaciada de ese significante que respondía ahí: ser mujer es ser madre. Un sin sentido abre una dimensión que hasta el momento no se había desplegado. Despliega una pregunta.
Jacques Alan Miller en “C. S. T.” plantea que “este sin sentido que equivale a un encuentro con lo real tiene como consecuencia un llamado al saber supuesto”.
Aquí “la psicóloga” queda ubicada como un otro, lugar del significante, siguiendo a Miller erigido como un sujeto supuesto al saber.
Podemos pensar que tenemos los elementos esenciales y una posibilidad. Una mujer que consulta por una urgencia real, una operación/dirección y una pregunta y esta pregunta en lugar de ser respondida es puesta a trabajar, en la búsqueda de un saber, saber que siente una mujer. Puesto este saber en este primer momento en un otro.
Sostener la pregunta en el espacio analítico, sostener el vacio puede dar lugar a una elaborar de saber
En esa rajadura que se produce ante el “estar vaciada” se instala una pregunta para la consultante y también para la analista ¿hay aquí una entrada en análisis posible?.
Lic. Silvina Leguizamón.
Noviembre 2010
(*) El texto publicado es un trabajo presentado en la jornada de finalización del año por una participante del Seminario Clínico que articula su experiencia de pasantía en el Centro de Salud Municipal con los efectos de supervisión y lo trabajado conceptualmente durante el año. Agradecemos su generosidad al cederlo para su publicación en el blog.
Tuve 4 entrevistas con ella. Durante los tres primeros encuentros solo habló de su preocupación por no tener un techo, de sus recorridas buscando ayuda, volviendo siempre al tema de no tener que darle de comer a sus hijos. Se la ve desesperada. Los padres de los niños no pasan cuota de alimentos. Y una frase que se repetía “todo lo hago por mis hijos”.
Le doy mi número de teléfono para que pueda comunicarse directamente conmigo. Un domingo a la mañana me manda un mensaje de texto diciendo “que estaba internada, que estaba sola…” la llamo y decido ir a verla.
Superviso el caso y la indicación es que es necesaria la intervención de trabajo social.
La llamo en varias oportunidades y no logro comunicarme. Después de dos semanas vuelve a la consulta. Allí me cuenta que estuvo internada hasta unos días antes.
Lo primero que le planteo es que hay situaciones que exceden lo que se puede trabajar en el espacio terapéutico; que la realidad que ella está viviendo es muy compleja y le doy en un papel escrita la dirección de desarrollo social y el nombre de la persona con quien debía hablar. Le remarco que este espacio está abierto si ella tiene deseos de trabajar las cosas que le pasan más allá de esta realidad compleja que nos excede, si ella se hace alguna pregunta o tiene alguna inquietud en relación a las cosas que le ocurrieron o le ocurren. Y me quedo en silencio y con una actitud diferente a los encuentros anteriores, hace silencio, lee el papel y lo guarda. Después de unos minutos comienza a relatar la operación ginecológica que le realizaron y como transcurrieron sus días internada. Plantea que esta cansada, “que va a ser siempre igual” ante lo cual le digo “para mi si vos hoy estas acá es porque crees que hay una opción diferente”. Hace un prolongado silencio. Lo sostengo.
Luego comienza a decir que no sabe bien en que consistió la cirugía pero menciona que quien la acompañaba le dijo “te vaciaron”. Estas palabras produjeron en ella desesperación; refiere que planteo “quiero hablar con la psicóloga para que me diga que siente una mujer”. Toda la entrevista hablo del tema de su feminidad y de lo que le generó enterarse que “la vaciaron”. Comienza a preguntarse como será ahora la relación con los hombres, si sentirá deseo, que va a ocurrir en su cuerpo, si tendrá sus períodos, etc.
Esta mujer pasó de su entendible y dramática realidad social a un lugar diferente, donde su ser mujer comienza a quedar interrogado. Llega al centro de salud con un pedido de ayuda antes que con un pedido de análisis.
La pregunta por la femineidad comienza a tomar forma a partir de un real que irrumpe, que desestabiliza, que la deja vaciada de ese significante que respondía ahí: ser mujer es ser madre. Un sin sentido abre una dimensión que hasta el momento no se había desplegado. Despliega una pregunta.
Jacques Alan Miller en “C. S. T.” plantea que “este sin sentido que equivale a un encuentro con lo real tiene como consecuencia un llamado al saber supuesto”.
Aquí “la psicóloga” queda ubicada como un otro, lugar del significante, siguiendo a Miller erigido como un sujeto supuesto al saber.
Podemos pensar que tenemos los elementos esenciales y una posibilidad. Una mujer que consulta por una urgencia real, una operación/dirección y una pregunta y esta pregunta en lugar de ser respondida es puesta a trabajar, en la búsqueda de un saber, saber que siente una mujer. Puesto este saber en este primer momento en un otro.
Sostener la pregunta en el espacio analítico, sostener el vacio puede dar lugar a una elaborar de saber
En esa rajadura que se produce ante el “estar vaciada” se instala una pregunta para la consultante y también para la analista ¿hay aquí una entrada en análisis posible?.
Lic. Silvina Leguizamón.
Noviembre 2010
(*) El texto publicado es un trabajo presentado en la jornada de finalización del año por una participante del Seminario Clínico que articula su experiencia de pasantía en el Centro de Salud Municipal con los efectos de supervisión y lo trabajado conceptualmente durante el año. Agradecemos su generosidad al cederlo para su publicación en el blog.
martes, 28 de septiembre de 2010
“LA TRAYECTORIA DEL SINTOMA, DE LA VERDAD A LA ELABORACIÓN DE SABER” *
“La envoltura formal del síntoma” es el título de un texto de Jacques Alain Miller. Haremos el mismo recorrido que hace Miller en ese texto pero desde otros ejes. Miller suele tomar una frase de Lacan que fue dicha una única vez en un solo texto y elevarlo a una revisión completa de todo el psicoanálisis. “La envoltura formal del síntoma” es una frase que Lacan usa una sola vez en “De nuestros antecedentes”.
En ese texto, Miller dice que esa envoltura llevará de la verdad, a una elaboración de saber y entonces vamos a ver de qué se trata cada cosa.
En el último número de Etcétera (boletín mensual del Centro Descartes), un conocido psiquiatra de Cambridge, Germán E. Berríos, refiriéndose al modo en que la psiquiatría más pura está trabajando actualmente en Inglaterra, toma los aportes del lingüista Jhon Austin, en particular el uso que hace de los performativos.
Un performativo es aquello que al momento de enunciarse se realiza. Cuando se dice “juro” no solamente se está diciendo algo, sino también haciendo algo que me compromete en mi palabra. Tenemos por un lado un mensaje, que ya estoy dirigiendo a alguien y a la vez con eso estoy provocando un acto, hago algo con esa palabra.
El síntoma mental –dice Berríos- en el momento en que se convierte en un acto de habla y no solamente el delirio y la alucinación comienza a ganar funciones nuevas además de la información, son performativos en un sentido real. Un enfermo no solamente está diciendo “estoy viendo cosas raras” sino que con esto está queriendo causar un efecto en el que está enfrente. Ignorando al psicoanálisis, sostiene que al margen de dos o tres libros sobre la pragmática lingüística aplicada a la psiquiatría no hay nada. Ni se lo ha usado terapéuticamente, porque el enfermo se lo toma al pie de la letra, se lo toma como informativo y no como performativo.
Con esto ¿qué nos quiere decir? Que cuando estamos situados en este terreno no se trata de ninguna verdad, en el sentido de referente, de designación (elaboración de saber no tiene nada que ver con la verdad referencial). Tenemos una verdad de designación, yo puedo decir “no es cierto que terapéuticamente no se ha usado”. Ahora cuando miente sobre eso que designa dice la verdad respecto de un deseo, de abrir un nuevo puente en el tratamiento de los locos, por ejemplo.
El concepto de verdad no es “mi verdad”, verdad es algo que se impone a alguien. Yo digo “tengo tres millones de dólares en el bolsillo”, con eso yo quiero hacer algo con el otro. Cuando se descubre en alguien que se está analizando que mienten a la realidad, están diciendo la verdad de su deseo.
Hay un texto de Freud que a Lacan le encantó llamado “Psicoanálisis y telepatía”. Él habla mucho de esto que son los medios, la telepatía, etc. Freud escribió mucho sobre esto, su época era una época en donde se le daba mucho lugar a los mediums.
Freud dice que de lo que se trata para que una interpretación tenga efecto es que sea la interpretación de un deseo no la interpretación de una realidad real.
Lacan en el artículo “Radiofonía y Televisión”, habla de la palabra como un medium, como la palabra puede llevar no solamente un mensaje, sino algo que transmite más allá de lo que dice. Cuando no había internet dice: “como llevar a uno el viento del otro” (se refiere a Freud, Jacobson), habla de la función telepática del lenguaje. Inventa incluso un neologismo: “telepatizar al otro”.
En “Radiofonía y Televisión” usa muchos neologismos de ese tipo. Para conmover a la audiencia respecto de esa función mágica que tiene la palabra, Freud dice devolver con la palabra ese poder mágico, incluso sacárselo al territorio de la religión. La disputa mayor que hace es como sacarle el oscurantismo del lenguaje en que había caído la palabra religiosa y poder darle una explicación a esos acontecimientos.
Si efectivamente eso sucede, lo tengo que explicar de alguna manera. Sacarlo de lo oscuro y volverlo a la claridad de la razón, de la razón ilustrada.
Lacan tiene una especie de manifiesto de vanguardia que se llama “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón después de Freud”. Porque la razón después de Freud a diferencia de la razón Kantiana incluye lo patológico. Kant dice: “todos por igual nacimos con razón, por lo cual por la educación, el hombre llegará a ser hombre, no hay hombre antes”. Freud se da cuenta que a los hombres por más que se los educa, no hay mucha manera de ilustrar sobre algunas cuestiones. Por ejemplo, por más que se le explique a un niño que los niños no nacen de un repollo, él seguirá pensando que vienen de un repollo, no se puede sacarle esa fantasía. Dice: “La ilustración no desciende al inconsciente”.
El psicoanálisis se trata de otra cosa. No es que es parte de un conocimiento que uno puede tener, de eso puede resolver aquello mismo que le acontece, incluso a uno mismo, o sea no hay un autoanálisis posible.
El inconsciente es una pulsación. Algo que se abre para cerrarse automáticamente. El pensamiento, dice Lacan, es una mosca en una botella tapada, se choca. Alguien puede pensar mucho pero el problema es cuando habla. En ese diálogo está la posición de Freud respecto de la dimensión de objeto.
Freud tiene un texto princeps que es “Psicopatología de la vida cotidiana“. En ese tiempo la psicopatología se estaba construyendo. El subtítulo dice: “sobre el olvido, los lapsus en le habla, el trastocar las cosas confundido, la superstición y el error“.
¿Qué provoca este texto? traerá a la costa gente “normal”, cuando Freud empuja el término del otro lado lo satiriza, lo que hace es traer neuróticos, cualquiera que tropieza tiene síntomas.
Hay muchas maneras de paliar el sufrimiento. Freud dice: “a mí se me ocurrió uno, inventé a este personaje”, porque justamente es un personaje por un lado, que surge del fracaso de la amistad, hay que recordar que Lacan dice: “Freud, el primer analizante de la historia”, porque su analista era Fliess, fue una amistad que fracasó y es notable que hay una apología de la amistad en muchos textos psicoanalíticos. Hay una especie de fracaso de eso en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX y el psicoanálisis vino a ubicarse en el lugar donde fracasaron los acuerdos de las relaciones entre los sexos, hombres y mujeres y las relaciones de amistad, hay algo que tiene que ver también con el fracaso de ese malestar. Lo que alguien antes descubría hablando con el amigo o que una mujer podía subsanar con un matrimonio y teniendo hijos, hoy en día el malestar no cede. Se casa con uno, con otro y con otro, el tabú de la virginidad ya no se da exactamente como es explicado por Freud.
La primera cuestión que un analista tiene que tener en cuenta es que nadie se equivoca. No es que no tuvo educación sexual, la madre era muy tímida y no le explicó, no tiene nada que ver con eso. No se equivocó, sabe.
Oscar Masotta en “Lecciones de Introducción al Psicoanálisis”, construye una frase que uno tiene que escribir a la entrada del consultorio: “El sujeto no sabe sobre aquello que está en el origen de los síntomas que soporta”. Eso es el inconsciente, ahora viene la otra parte…“porque nada quiere saber que no hay saber sobre lo sexual”, no es solamente que nada quiere saber sino que además lo que no quiere saber es que no hay saber sobre lo sexual.
El conocimiento es la ideología, la ideología es de donde yo me voy a agarrar para producir un síntoma.
Un síntoma que tiene esa dimensión de mensaje y de satisfacción. Hay dos satisfacciones, no es la que obtengo a partir del otro, la que yo provoco, y la otra es que hay un sufrimiento, satisfacción muda que se repite.
Inhibición, Síntoma y Angustia (1926) es una pelea en tres frentes que está haciendo Freud:
- El psicoanálisis con niños, por eso es que el caso paradigmático para mostrar la formación de síntomas es Juanito.
- La formación del carácter de Reik, la idea de carácter, por eso toma el Hombre de los Lobos.
- Pavlov y toda la psiquiatría rusa que se está queriendo tragar el psicoanálisis con la idea de inhibición.
Miller, en las Conferencias Porteñas habla de la Clínica del superyó. Dice que hay que darle mucha importancia a la historia del psicoanálisis para entender los conceptos y que si no se vea como datar el superyó, o sea ponerle fecha de nacimiento como una prenda en la historia del movimiento psicoanalítico. Una cosa es el poder de la palabra y otra cosa es el ejercicio del poder. Cualquiera que se quiere ocupar del ejercicio del poder está en otro terreno. Otra cosa es saber que hay un poder de la palabra y ahí hay que vérselas con muchas cuestiones porque uno no sabe qué puede pasar.
Hay una frase fundamental, dice Freud en el 32/33 en “La Femineidad” : “Hace ya falta buena parte de reparación intelectual para creer en la casualidad, el primitivo y seguramente también el niño sabe dar una razón a todo lo que sucede”. Entonces no seamos primitivos, no sabemos por qué sucede. Un síntoma para un analista no tiene ninguna causalidad, más que aquello que vaya a determinar aprês coup aquél que vaya a consultar. “No lo que pasa que con el padre que tiene, el abuelito que le pegaba, el tío que le tiraba de los pelos, imaginate la carga traumática que tiene”. No sabemos, siempre se busca una causalidad porque el que no la haya es angustiante.
La regla de abstinencia: solamente cuando algo no se hace es que se habla de eso. Si alguien tiene que declarar su amor, una cosa es la declaración de amor y otra cosa es ir a los hechos.
Lacan dice: “¿Qué me quiere?” Me quiere fuerte, me quiere débil, me quiere malhumorado, para llegar a eso primero tengo que decir acá no. Siempre retirarse de ese lugar donde el otro me quiere ubicar. “Nunca me encontrarás donde me buscas”.
Si no hay estatuto sexual, hay un encadenamiento verbal de esos modos de disfrutar. Hay fantasías de distintos tipos de modos de disfrutar de la vida, el cuerpo en relación al otro, hacerse disfrutar ahí.
Eso tienen palabras que no llegan a un modo último de realización, sino que son modos que se van a conjugar, más orales, más anales pero en cuanto a fantasías.
El analista y el analizante no pueden tener relaciones sexuales para que puedan hablar de sus fantasías, para que puedan ir localizando cuáles son sus modos de gozar. Si alguien cediera al amor se acabaría el análisis. Se elabora un saber que sirve para hoy y puede ser que mañana no sirva para nada.
No reducir el psicoanálisis a su práctica. Para Freud no hay civilización y barbarie, no hay unos señores que subliman y otros que son unos bárbaros porque no aprendieron nada.
El psicoanálisis es un modo de tratar el malestar. Hablar de una política del síntoma es entender que es a partir del deseo de alguien que se va a tratar con ese modo que es el modo de construcción que alguien estableció un puente entre dos elementos heterogéneos que son la civilización y a sí mismo.
Claudia Passalacqua
*Reseña de la clase dictada por Beatriz Gez en el IOM Pilar, 04/09/10
En ese texto, Miller dice que esa envoltura llevará de la verdad, a una elaboración de saber y entonces vamos a ver de qué se trata cada cosa.
En el último número de Etcétera (boletín mensual del Centro Descartes), un conocido psiquiatra de Cambridge, Germán E. Berríos, refiriéndose al modo en que la psiquiatría más pura está trabajando actualmente en Inglaterra, toma los aportes del lingüista Jhon Austin, en particular el uso que hace de los performativos.
Un performativo es aquello que al momento de enunciarse se realiza. Cuando se dice “juro” no solamente se está diciendo algo, sino también haciendo algo que me compromete en mi palabra. Tenemos por un lado un mensaje, que ya estoy dirigiendo a alguien y a la vez con eso estoy provocando un acto, hago algo con esa palabra.
El síntoma mental –dice Berríos- en el momento en que se convierte en un acto de habla y no solamente el delirio y la alucinación comienza a ganar funciones nuevas además de la información, son performativos en un sentido real. Un enfermo no solamente está diciendo “estoy viendo cosas raras” sino que con esto está queriendo causar un efecto en el que está enfrente. Ignorando al psicoanálisis, sostiene que al margen de dos o tres libros sobre la pragmática lingüística aplicada a la psiquiatría no hay nada. Ni se lo ha usado terapéuticamente, porque el enfermo se lo toma al pie de la letra, se lo toma como informativo y no como performativo.
Con esto ¿qué nos quiere decir? Que cuando estamos situados en este terreno no se trata de ninguna verdad, en el sentido de referente, de designación (elaboración de saber no tiene nada que ver con la verdad referencial). Tenemos una verdad de designación, yo puedo decir “no es cierto que terapéuticamente no se ha usado”. Ahora cuando miente sobre eso que designa dice la verdad respecto de un deseo, de abrir un nuevo puente en el tratamiento de los locos, por ejemplo.
El concepto de verdad no es “mi verdad”, verdad es algo que se impone a alguien. Yo digo “tengo tres millones de dólares en el bolsillo”, con eso yo quiero hacer algo con el otro. Cuando se descubre en alguien que se está analizando que mienten a la realidad, están diciendo la verdad de su deseo.
Hay un texto de Freud que a Lacan le encantó llamado “Psicoanálisis y telepatía”. Él habla mucho de esto que son los medios, la telepatía, etc. Freud escribió mucho sobre esto, su época era una época en donde se le daba mucho lugar a los mediums.
Freud dice que de lo que se trata para que una interpretación tenga efecto es que sea la interpretación de un deseo no la interpretación de una realidad real.
Lacan en el artículo “Radiofonía y Televisión”, habla de la palabra como un medium, como la palabra puede llevar no solamente un mensaje, sino algo que transmite más allá de lo que dice. Cuando no había internet dice: “como llevar a uno el viento del otro” (se refiere a Freud, Jacobson), habla de la función telepática del lenguaje. Inventa incluso un neologismo: “telepatizar al otro”.
En “Radiofonía y Televisión” usa muchos neologismos de ese tipo. Para conmover a la audiencia respecto de esa función mágica que tiene la palabra, Freud dice devolver con la palabra ese poder mágico, incluso sacárselo al territorio de la religión. La disputa mayor que hace es como sacarle el oscurantismo del lenguaje en que había caído la palabra religiosa y poder darle una explicación a esos acontecimientos.
Si efectivamente eso sucede, lo tengo que explicar de alguna manera. Sacarlo de lo oscuro y volverlo a la claridad de la razón, de la razón ilustrada.
Lacan tiene una especie de manifiesto de vanguardia que se llama “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón después de Freud”. Porque la razón después de Freud a diferencia de la razón Kantiana incluye lo patológico. Kant dice: “todos por igual nacimos con razón, por lo cual por la educación, el hombre llegará a ser hombre, no hay hombre antes”. Freud se da cuenta que a los hombres por más que se los educa, no hay mucha manera de ilustrar sobre algunas cuestiones. Por ejemplo, por más que se le explique a un niño que los niños no nacen de un repollo, él seguirá pensando que vienen de un repollo, no se puede sacarle esa fantasía. Dice: “La ilustración no desciende al inconsciente”.
El psicoanálisis se trata de otra cosa. No es que es parte de un conocimiento que uno puede tener, de eso puede resolver aquello mismo que le acontece, incluso a uno mismo, o sea no hay un autoanálisis posible.
El inconsciente es una pulsación. Algo que se abre para cerrarse automáticamente. El pensamiento, dice Lacan, es una mosca en una botella tapada, se choca. Alguien puede pensar mucho pero el problema es cuando habla. En ese diálogo está la posición de Freud respecto de la dimensión de objeto.
Freud tiene un texto princeps que es “Psicopatología de la vida cotidiana“. En ese tiempo la psicopatología se estaba construyendo. El subtítulo dice: “sobre el olvido, los lapsus en le habla, el trastocar las cosas confundido, la superstición y el error“.
¿Qué provoca este texto? traerá a la costa gente “normal”, cuando Freud empuja el término del otro lado lo satiriza, lo que hace es traer neuróticos, cualquiera que tropieza tiene síntomas.
Hay muchas maneras de paliar el sufrimiento. Freud dice: “a mí se me ocurrió uno, inventé a este personaje”, porque justamente es un personaje por un lado, que surge del fracaso de la amistad, hay que recordar que Lacan dice: “Freud, el primer analizante de la historia”, porque su analista era Fliess, fue una amistad que fracasó y es notable que hay una apología de la amistad en muchos textos psicoanalíticos. Hay una especie de fracaso de eso en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX y el psicoanálisis vino a ubicarse en el lugar donde fracasaron los acuerdos de las relaciones entre los sexos, hombres y mujeres y las relaciones de amistad, hay algo que tiene que ver también con el fracaso de ese malestar. Lo que alguien antes descubría hablando con el amigo o que una mujer podía subsanar con un matrimonio y teniendo hijos, hoy en día el malestar no cede. Se casa con uno, con otro y con otro, el tabú de la virginidad ya no se da exactamente como es explicado por Freud.
La primera cuestión que un analista tiene que tener en cuenta es que nadie se equivoca. No es que no tuvo educación sexual, la madre era muy tímida y no le explicó, no tiene nada que ver con eso. No se equivocó, sabe.
Oscar Masotta en “Lecciones de Introducción al Psicoanálisis”, construye una frase que uno tiene que escribir a la entrada del consultorio: “El sujeto no sabe sobre aquello que está en el origen de los síntomas que soporta”. Eso es el inconsciente, ahora viene la otra parte…“porque nada quiere saber que no hay saber sobre lo sexual”, no es solamente que nada quiere saber sino que además lo que no quiere saber es que no hay saber sobre lo sexual.
El conocimiento es la ideología, la ideología es de donde yo me voy a agarrar para producir un síntoma.
Un síntoma que tiene esa dimensión de mensaje y de satisfacción. Hay dos satisfacciones, no es la que obtengo a partir del otro, la que yo provoco, y la otra es que hay un sufrimiento, satisfacción muda que se repite.
Inhibición, Síntoma y Angustia (1926) es una pelea en tres frentes que está haciendo Freud:
- El psicoanálisis con niños, por eso es que el caso paradigmático para mostrar la formación de síntomas es Juanito.
- La formación del carácter de Reik, la idea de carácter, por eso toma el Hombre de los Lobos.
- Pavlov y toda la psiquiatría rusa que se está queriendo tragar el psicoanálisis con la idea de inhibición.
Miller, en las Conferencias Porteñas habla de la Clínica del superyó. Dice que hay que darle mucha importancia a la historia del psicoanálisis para entender los conceptos y que si no se vea como datar el superyó, o sea ponerle fecha de nacimiento como una prenda en la historia del movimiento psicoanalítico. Una cosa es el poder de la palabra y otra cosa es el ejercicio del poder. Cualquiera que se quiere ocupar del ejercicio del poder está en otro terreno. Otra cosa es saber que hay un poder de la palabra y ahí hay que vérselas con muchas cuestiones porque uno no sabe qué puede pasar.
Hay una frase fundamental, dice Freud en el 32/33 en “La Femineidad” : “Hace ya falta buena parte de reparación intelectual para creer en la casualidad, el primitivo y seguramente también el niño sabe dar una razón a todo lo que sucede”. Entonces no seamos primitivos, no sabemos por qué sucede. Un síntoma para un analista no tiene ninguna causalidad, más que aquello que vaya a determinar aprês coup aquél que vaya a consultar. “No lo que pasa que con el padre que tiene, el abuelito que le pegaba, el tío que le tiraba de los pelos, imaginate la carga traumática que tiene”. No sabemos, siempre se busca una causalidad porque el que no la haya es angustiante.
La regla de abstinencia: solamente cuando algo no se hace es que se habla de eso. Si alguien tiene que declarar su amor, una cosa es la declaración de amor y otra cosa es ir a los hechos.
Lacan dice: “¿Qué me quiere?” Me quiere fuerte, me quiere débil, me quiere malhumorado, para llegar a eso primero tengo que decir acá no. Siempre retirarse de ese lugar donde el otro me quiere ubicar. “Nunca me encontrarás donde me buscas”.
Si no hay estatuto sexual, hay un encadenamiento verbal de esos modos de disfrutar. Hay fantasías de distintos tipos de modos de disfrutar de la vida, el cuerpo en relación al otro, hacerse disfrutar ahí.
Eso tienen palabras que no llegan a un modo último de realización, sino que son modos que se van a conjugar, más orales, más anales pero en cuanto a fantasías.
El analista y el analizante no pueden tener relaciones sexuales para que puedan hablar de sus fantasías, para que puedan ir localizando cuáles son sus modos de gozar. Si alguien cediera al amor se acabaría el análisis. Se elabora un saber que sirve para hoy y puede ser que mañana no sirva para nada.
No reducir el psicoanálisis a su práctica. Para Freud no hay civilización y barbarie, no hay unos señores que subliman y otros que son unos bárbaros porque no aprendieron nada.
El psicoanálisis es un modo de tratar el malestar. Hablar de una política del síntoma es entender que es a partir del deseo de alguien que se va a tratar con ese modo que es el modo de construcción que alguien estableció un puente entre dos elementos heterogéneos que son la civilización y a sí mismo.
Claudia Passalacqua
*Reseña de la clase dictada por Beatriz Gez en el IOM Pilar, 04/09/10
domingo, 5 de septiembre de 2010
VIERNES DE CINE Y PSICOANALISIS EN PILAR
Bajo el título “Cosas de familia”. Dimes y diretes, secretos y mentiras. Lo prohibido y lo acallado, se proyectará, comentará y finalmente debatirá la película Un secreto, del director Claude Miller (Francia, 2008), basada en el libro autobiográfico de Phillippe Grimbert, que cuenta la intimidad de una historia familiar en el marco de un período muy convulsionado de la historia del siglo XX. Por tratarse de la historia relatada por su propio protagonista, permitirá abordar todos estos temas - y seguramente otros- relativos al lugar de lo familiar en la historia de cada uno.
Será una conversación que pretende poner en juego una intersección de lecturas, por ello contaremos con la presencia de la cineasta Mariangeles Taroni, que coordina un taller de cine para adolescentes y un ciclo de cine nacional en la Casa de la Cultura de Pilar, y la psicoanalista Graciela Schnitzer, miembro de la Escuela de Orientación lacaniana y la Asociación Mundial de Psicoanálisis, coordinadora de la Delegación Pilar del IOM, e Integrante de Enlaces (Departamento de investigación sobre la Familia y los lazos sociales).
Pilar Point ofrecerá un espacio íntimo y confortable para ver la película y luego debatirla en la planta baja del shopping. La actividad –como todas las realizadas por el IOM- fue declarada de interés municipal por el Honorable Concejo Deliberante de Pilar.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
MATRIMONIO HOMOSEXUAL: INVENCION O TRADICION
El tema del matrimonio homosexual y su debate puede servirnos de “analizador” de la cuestión de la familia y el matrimonio en nuestra civilización ya que produciendo ruptura “puso a hablar” a cada uno colocando sobre la mesa otros tantos temas que van de lo no legislado aún a lo ilegislable.
La legalización de las uniones del mismo sexo puede ser escuchada como el llevar al extremo la afirmación de la no naturalidad absoluta de la relación entre los sexos como así también y correlativamente el despegue de la función reproductiva sexuada de la función familiar. Para el psicoanálisis el tema tiene múltiples puntos de interés entre ellos destaco un cierto paralelo que indica E. Laurent en “La extensión del síntoma hoy”: entre los modos de hacer pareja y el devenir de los síntomas contemporáneos, ambos van a la par ya que al variar el modo de constituirse el lugar del padre varía también el modo en el que se constituyen los sujetos.
Podemos plantear algunos interrogantes:
En este caso como sucedió por ejemplo con el divorcio, le ley en tanto ordenadora, ¿viene sólo a poner un marco jurídico a situaciones ya existentes o es además generadora de nuevas situaciones vinculares?
¿Cómo entender el pedido de reconocimiento legal de las uniones del mismo sexo en relación a lo que llamamos la época del Otro que no existe? ¿Debemos escucharlo como un llamado al padre en tanto función ordenadora?
Al escuchar los debates, uno de los mayores puntos de discusión giró en torno a los niños, su adopción, su procreación. Hemos visto marchas a favor y en contra de la ley en las que se “utilizó” a los niños para argumentar una y otra posición. En nombre de los derechos de los niños daba la impresión de su utilización como objetos tironeados de todas partes. ¿Qué nos muestra lo que vimos del lugar de los niños en nuestra civilización? ¿Cómo pensar su función “residual”?
Si para el psicoanálisis hombre y mujer son posiciones absolutamente independientes del sexo biológico y lo que denominamos materno y paterno alude a las funciones que por una operación lógica producen una subjetividad, es decir de modo también independiente de las personas de carne y hueso que soporten dichas funciones a condición de un deseo que no sea anónimo; en lo relativo al armado de estas “nuevas formas familiares” y sus consecuencias ¿podremos decir algo que vaya más allá del caso por caso?
En el pedido de igualación de derechos para las uniones del mismo sexo, debemos poner el acento en la igualación o en el reconocimiento y normalización de la diferencia?
Partiremos del hecho que la voluntad de “hacer familia” de la unión homosexual describe un fenómeno nuevo en lo social. Cómo se produjo el viraje por el cual la comunidad homosexual o parte de ella llega a la demanda de igualar derechos en lo que hace a la unión matrimonial?
Para ubicar este pedido de igualación de derechos tal vez nos sea de utilidad un pequeño recorrido histórico de los movimientos homosexuales de los últimos años.
Eric Laurent nos recuerda en su texto:”La elección homosexual: Nuevas normas de la Homosexualidad” que encontramos en el período inmediatamente posterior a la segunda guerra mundial una nueva aceptación de la homosexualidad siendo sus representantes en la cultura francesa, autores como Gide, Proust y Genet. En esos años se produjo un desplazamiento que fue desde la inserción en la cultura, al terreno político. Así es como a fin de los años sesenta surgirá un nuevo modo de afirmación del síntoma social – Homosexualidad: el gay. Este reemplaza tanto al homosexual del período situado entre las dos guerras como a la generación inmediata a la pos-guerra. Nos señala J A. Miller que el término gay en tanto creación, burló un circuito vasculante que iba del perverso al homosexual.
El gay se afirma en la diferencia para reivindicarla, de manera activa y militante. podemos ubicar que es central el antagonismo entre los valores familiares clásicos y el desarrollo del modo de vida homosexual que sostiene aún hoy día esta generación. Hemos escuchado tal vez con no tanta prensa en los días previos a la sanción de la ley a algunos miembros de nuestra sociedad que no se oponían a la ley, pero que para ellos estaba muy lejos de tener un interés de uso.
A mediados de los 80 podemos situar el surgimiento del llamado movimiento queer, se oponen a toda noción de identidad unitaria argumentando que la misma en lo que hace a lo sexual es una construcción arbitraria determinada desde complejos circuitos de poder, el sexo es un producto del dispositivo discursivo del género.
Fue la epidemia del S.I.D.A lo que produjo el pasaje de un movimiento al otro por la necesaria participación de los homosexuales en la cosa pública afirmando así por primera vez su carácter de ciudadanos. El movimiento queer luchará por atenuar o abolir las diferencias para demandar una legitimidad igualada al derecho heterosexual. De la mano de este proceso va el avance científico por ejemplo en lo relativo a la reproducción asistida, que acompaña todo pedido posible de igualación. Somos Familia!! Fue la consigna de la marcha más importante que apoyó la ley en nuestro país, pedido de reconocimiento al Otro social de lo que parece ser ya un hecho.
Se verifica en dicha reivindicación una firme voluntad de fundirse en la norma siendo a su vez esta una manera de oponerse al concepto de normalización. Por paradójico que pueda parecer fundirse con la norma puede adoptar en determinado momento socio político la forma de la igualación como modo de romper la idea misma de normalidad.
Resulta interesante también seguir a lo largo de la historia pasada y presente autores que han de una u otra manera expresado una posición contraria a ésta “voluntad de igualar”. Así podemos trazar una línea que une a personajes como Proust, Foucault y Bersani.
Poder seguir el devenir de éstos procesos sociales en su variedad y movimiento nos parece que enriquece la conversación y el debate público en el que participamos. Como psicoanalistas de orientación lacaniana nos toca estar a la altura de la época ya que lo que ocurre en nuestros consultorios no es sin el Otro social contemporáneo del sujeto que nos interesa.
Graciela Schnitzer
Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis
Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana
La legalización de las uniones del mismo sexo puede ser escuchada como el llevar al extremo la afirmación de la no naturalidad absoluta de la relación entre los sexos como así también y correlativamente el despegue de la función reproductiva sexuada de la función familiar. Para el psicoanálisis el tema tiene múltiples puntos de interés entre ellos destaco un cierto paralelo que indica E. Laurent en “La extensión del síntoma hoy”: entre los modos de hacer pareja y el devenir de los síntomas contemporáneos, ambos van a la par ya que al variar el modo de constituirse el lugar del padre varía también el modo en el que se constituyen los sujetos.
Podemos plantear algunos interrogantes:
En este caso como sucedió por ejemplo con el divorcio, le ley en tanto ordenadora, ¿viene sólo a poner un marco jurídico a situaciones ya existentes o es además generadora de nuevas situaciones vinculares?
¿Cómo entender el pedido de reconocimiento legal de las uniones del mismo sexo en relación a lo que llamamos la época del Otro que no existe? ¿Debemos escucharlo como un llamado al padre en tanto función ordenadora?
Al escuchar los debates, uno de los mayores puntos de discusión giró en torno a los niños, su adopción, su procreación. Hemos visto marchas a favor y en contra de la ley en las que se “utilizó” a los niños para argumentar una y otra posición. En nombre de los derechos de los niños daba la impresión de su utilización como objetos tironeados de todas partes. ¿Qué nos muestra lo que vimos del lugar de los niños en nuestra civilización? ¿Cómo pensar su función “residual”?
Si para el psicoanálisis hombre y mujer son posiciones absolutamente independientes del sexo biológico y lo que denominamos materno y paterno alude a las funciones que por una operación lógica producen una subjetividad, es decir de modo también independiente de las personas de carne y hueso que soporten dichas funciones a condición de un deseo que no sea anónimo; en lo relativo al armado de estas “nuevas formas familiares” y sus consecuencias ¿podremos decir algo que vaya más allá del caso por caso?
En el pedido de igualación de derechos para las uniones del mismo sexo, debemos poner el acento en la igualación o en el reconocimiento y normalización de la diferencia?
Partiremos del hecho que la voluntad de “hacer familia” de la unión homosexual describe un fenómeno nuevo en lo social. Cómo se produjo el viraje por el cual la comunidad homosexual o parte de ella llega a la demanda de igualar derechos en lo que hace a la unión matrimonial?
Para ubicar este pedido de igualación de derechos tal vez nos sea de utilidad un pequeño recorrido histórico de los movimientos homosexuales de los últimos años.
Eric Laurent nos recuerda en su texto:”La elección homosexual: Nuevas normas de la Homosexualidad” que encontramos en el período inmediatamente posterior a la segunda guerra mundial una nueva aceptación de la homosexualidad siendo sus representantes en la cultura francesa, autores como Gide, Proust y Genet. En esos años se produjo un desplazamiento que fue desde la inserción en la cultura, al terreno político. Así es como a fin de los años sesenta surgirá un nuevo modo de afirmación del síntoma social – Homosexualidad: el gay. Este reemplaza tanto al homosexual del período situado entre las dos guerras como a la generación inmediata a la pos-guerra. Nos señala J A. Miller que el término gay en tanto creación, burló un circuito vasculante que iba del perverso al homosexual.
El gay se afirma en la diferencia para reivindicarla, de manera activa y militante. podemos ubicar que es central el antagonismo entre los valores familiares clásicos y el desarrollo del modo de vida homosexual que sostiene aún hoy día esta generación. Hemos escuchado tal vez con no tanta prensa en los días previos a la sanción de la ley a algunos miembros de nuestra sociedad que no se oponían a la ley, pero que para ellos estaba muy lejos de tener un interés de uso.
A mediados de los 80 podemos situar el surgimiento del llamado movimiento queer, se oponen a toda noción de identidad unitaria argumentando que la misma en lo que hace a lo sexual es una construcción arbitraria determinada desde complejos circuitos de poder, el sexo es un producto del dispositivo discursivo del género.
Fue la epidemia del S.I.D.A lo que produjo el pasaje de un movimiento al otro por la necesaria participación de los homosexuales en la cosa pública afirmando así por primera vez su carácter de ciudadanos. El movimiento queer luchará por atenuar o abolir las diferencias para demandar una legitimidad igualada al derecho heterosexual. De la mano de este proceso va el avance científico por ejemplo en lo relativo a la reproducción asistida, que acompaña todo pedido posible de igualación. Somos Familia!! Fue la consigna de la marcha más importante que apoyó la ley en nuestro país, pedido de reconocimiento al Otro social de lo que parece ser ya un hecho.
Se verifica en dicha reivindicación una firme voluntad de fundirse en la norma siendo a su vez esta una manera de oponerse al concepto de normalización. Por paradójico que pueda parecer fundirse con la norma puede adoptar en determinado momento socio político la forma de la igualación como modo de romper la idea misma de normalidad.
Resulta interesante también seguir a lo largo de la historia pasada y presente autores que han de una u otra manera expresado una posición contraria a ésta “voluntad de igualar”. Así podemos trazar una línea que une a personajes como Proust, Foucault y Bersani.
Poder seguir el devenir de éstos procesos sociales en su variedad y movimiento nos parece que enriquece la conversación y el debate público en el que participamos. Como psicoanalistas de orientación lacaniana nos toca estar a la altura de la época ya que lo que ocurre en nuestros consultorios no es sin el Otro social contemporáneo del sujeto que nos interesa.
Graciela Schnitzer
Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis
Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana
martes, 24 de agosto de 2010
3º clase Seminario Clinico 2010
La dignidad del síntoma
-entre el sufrimiento y la satisfaccion-
3º modulo del programa: LA TRAYECTORIA DEL SINTOMA EN LA CURA
Docente: BEATRIZ GEZ
VIERNES 27 DE AGOSTO, 13 HS.
ANEXO CASA DE LA CULTURA
OFICINA 7 EDIFICIO BOMBEROS
(Tucumán e Ituzaingo, Pilar)
martes, 27 de julio de 2010
Segunda clase del Seminario Clinico: el síntoma neurótico
El viernes 16 de julio la docente Diana Dukelsky asistió a dar la clase correspondiente al segundo punto del programa del seminario Clínico 2010, cuyo tema es el síntoma neurótico.
Comenzó por hacer referencia al concepto de “plus de gozar”, mencionado por Lacan en el seminario 16 “De un Otro al otro” y elaborado totalmente en el seminario 17 “El reverso del psicoanálisis”. Señaló que este es el último seminario donde se refiere a las estructuras clínicas, y también es el seminario donde aparece la novedad de concebir a la fobia como una placa giratoria, que puede derivar en histeria, obsesión o perversión (no psicosis)
Freud, en Inhibición, Síntoma y Angustia, plantea los dos componentes del síntoma en términos de articulación e investidura. La articulación está referida a la envoltura formal del síntoma, lo que envuelve con sentido sexual produciendo la división del sujeto y un resto de significación como efecto de esa división (adonde debe arribar la dirección de la cura). La investidura remite al componente de goce del síntoma.
Tanto en Freud como en Lacan, el síntoma es trabajado como articulación significante. Pero ambos se encontraron en su indagación con un más allá del significante: para Freud, la pulsión; para Lacan, el goce.
Hay dos conceptos en Freud que ponen en juego el componente pulsional del síntoma: primero en Contribuciones a un simposio sobre la masturbación (1912) se refiere a las neurosis actuales (Neurastenia y Neurosis de Angustia) como aquello que suministra el material excitativo que será revestido por representaciones, al modo del grano de arena de la perla, el núcleo del síntoma neurótico. La docente enfatizó que se trata de una manifestación sexual somática, es decir algo que compromete al cuerpo, El síntoma, por lo tanto es algo que muerde al cuerpo, que compromete al cuerpo.
En Más allá del principio del placer, produce un segundo concepto: Compulsión de repetición, que es retomado por Lacan
¿Cómo opera esto a nivel del síntoma? En Inhibición síntoma y angustia se refiere a los síntomas termitentes e intermitentes en la histeria, y a la anulación del acto en la obsesión, para señalar que ambos están sometidos a la compulsión de repetición.
Se plantea la dificultad con la fobia porque habla de represión y sin embargo no hay represión en el sentido en que él mismo la define allí. La moción hostil hacia el padre se desplaza (no se reprime) a un objeto del mundo exterior. Se sustituye el objeto. Se despliega al camino de evitación. La pulsión no es reprimida sino desplazada. De ahí el concepto de placa giratoria.
A continuación articuló la compulsión de repetición a “lo que no cesa de escribirse”, una declinación de la fórmula “lo que cesa de escribirse”. Es lo que se repite en tanto remite a lo necesario lógicamente, que se opone a lo imposible. Es la definición misma del síntoma. Algo se repite porque lo reprimido en la represión es “no hay relación sexual”. El partenaire sexual no está inscripto en ningún lado, el instinto está perdido. Por ello el partenaire sexual de un sujeto es sintomático. En la neurosis produce sufrimiento. La dirección de la cura apunta a elaborar ese sufrimiento.
JA Miller, en “El hueso de un análisis” plantea una metáfora: en el camino del sujeto hay una piedra que se plantea como un obstáculo y ese sería el hueso del análisis. Lo interesante es que es el camino mismo el que crea la piedra, el camino del análisis. Es porque hay repetición que se registra un obstáculo. Hay camino y piedra porque hay ser hablante. La dirección de la cura sería despejar la piedra que consiste en desentrañar lo más singular de un sujeto que es su rasgo de goce.
El curso de una cura supone en ese sentido una operación que Miller llama reducción: reducción significante y reducción a lo real.
Hay tres formas de reducción:
1- La reducción del material a una formulación al estilo del chiste “sufro por esto”, que implica una condensación del sentido.
2- Convergencia de las cadenas asociativas en un enunciado esencial, algo que nunca se olvidó. Significante amo de la vida de un sujeto no necesariamente reprimido, puede estar perdido. Es función del analista encontrar ese significante.
Ambas formas ponen en juego el significante, son formas simbólicas elementales.
3- Evitación (evitación del dolor/ displacer/ sufrimiento). Ya implica un pasaje de lo simbólico a lo real. ¿Cuál es el punto de goce que el sujeto neurótico intenta evitar mediante la represión, anulación, aislamiento?
Cada una de estas fases de la reducción arriba a puntos que se inscribieron por una absoluta contingencia. El trauma es producto de la contingencia de un encuentro que hace a la singularidad del goce del sujeto.
El concepto de evitación aparece en el Proyecto de Psicologia para neurólogos, en el marco de las formulaciones sobre la experiencia de dolor.
En el seminario 16, Lacan intenta ubicar las coordenadas para la eclosión de una neurosis. Se produce por la intrusión positiva de un goce autoerótico, aquello que era vivido como lo normal (ego sintónico), de repente se presenta como intrusión de algo que es fuente de un sufrimiento. Hay una positivización del sujeto como dependencia del Otro. En el curso “Iluminaciones profanas” Miller distingue el término “dependencia” de “dependiente”. Se trata de la posición del sujeto como dependencia del deseo del Otro (dependencia como parte). Se manifiesta su condición de objeto de deseo del Otro.
Estructuras Clínicas
Hay diferencia entre Lacan y Freud con respecto a la Fobia.
En “Inhibición, Síntoma y Angustia, en el capítulo 4, Freud se refiere al caso Juanito y plantea la fobia como solución al amor-odio al padre. Se reprime la moción hostil y se sustituye al padre por el caballo. Eso produce alivio. No hay represión pero hay formación sustitutiva. El asunto es que donde hay un síntoma no hay angustia, y tenemos que en la fobia hay angustia. Se trata –dirá Freud- de angustia-señal, la que llama a la represión.
En las otras neurosis es la angustia de castración la que es motor de la represión, de allí que en la histeria y la obsesiona hay síntomas reales mientras que en la fobia prevalece la angustia.
Lacan, en el seminario 16 (clase 19) plantea que la fobia no es una entidad clínica, vira hacia histeria, neurosis obsesiva o perversión, es la placa giratoria. En la medida en que el miedo es más tranquilizador que la angustia, cualquier cosa puede constituirse en objeto de una fobia. Lacan tira la pregunta: ¿qué hay más tigre de papel que una fobia? Es cuando no se constituyó el falo en la relación con la madre.Es una falla en la constitución del menos fi. Juanito al ser desalojado de la posición “salame” de la madre presenta una angustia intolerable y una moción hostil hacia el padre. (La docente señala sin desarrollarlo que en la Conferencia en Ginebra sobre el síntoma hay un tratamiento diferente de la cuestión)
Aquí la vuelta que Lacan da respecto de Freud es que el goce, que es ignorado por el sujeto, siempre se presenta como exterior.
No hay nada para trabajar en la Fobia más que la escucha, hacer lugar al despliegue simbólico. Si no hay represión, no hay interpretación significante a hacer ahí.
En el mismo seminario, Lacan plantea que en la neurosis, las dificultades con el paternaire sexual se presentan como insuficiencia o impotencia, dos respuestas neuróticas que constituyen la histeria y la obsesión.
Desarrolla la posición femenina y su derivación en la histeria: ser la mujer. La histérica no se toma como mujer, promueve la castración a nivel del padre simbólico (vaciado de goce, muerto, idealizado) para ser su goce. Ante la idealización de este goce rechaza cualquier otro por insuficiente, es la insatisfacción histérica. En el seminario 17, Lacan plantea al amo castrado como partenaire de la histérica. El padre se presenta como idealizado e impotente. Ella se formula como su goce. Hay a la vez un rechazo del cuerpo femenino.
Respecto de la posición masculina, su derivación en neurosis obsesiva es planteada en términos de la identificación con el padre simbólico: ser el amo como prototipo de la masculinidad. La neurosis obsesiva rechaza tomarse por un amo. Hace tratos con el amo con quien está en deuda. En la deuda se localiza su goce.
La clase culminó con comentarios de su propia clínica que esclarecieron muchos de los temas expuestos. También se debatió acerca de la clínica contemporánea y la proliferación de consultas por manifestaciones ligadas al cuerpo y con predominio de angustia (clasificadas como panik attak o trastornos de ansiedad). Diana aportó un dato conceptual interesante para seguir investigando: una suerte de “erotización del mundo” en muchos de esos casos.
Claudia Passalacqua
Comenzó por hacer referencia al concepto de “plus de gozar”, mencionado por Lacan en el seminario 16 “De un Otro al otro” y elaborado totalmente en el seminario 17 “El reverso del psicoanálisis”. Señaló que este es el último seminario donde se refiere a las estructuras clínicas, y también es el seminario donde aparece la novedad de concebir a la fobia como una placa giratoria, que puede derivar en histeria, obsesión o perversión (no psicosis)
Freud, en Inhibición, Síntoma y Angustia, plantea los dos componentes del síntoma en términos de articulación e investidura. La articulación está referida a la envoltura formal del síntoma, lo que envuelve con sentido sexual produciendo la división del sujeto y un resto de significación como efecto de esa división (adonde debe arribar la dirección de la cura). La investidura remite al componente de goce del síntoma.
Tanto en Freud como en Lacan, el síntoma es trabajado como articulación significante. Pero ambos se encontraron en su indagación con un más allá del significante: para Freud, la pulsión; para Lacan, el goce.
Hay dos conceptos en Freud que ponen en juego el componente pulsional del síntoma: primero en Contribuciones a un simposio sobre la masturbación (1912) se refiere a las neurosis actuales (Neurastenia y Neurosis de Angustia) como aquello que suministra el material excitativo que será revestido por representaciones, al modo del grano de arena de la perla, el núcleo del síntoma neurótico. La docente enfatizó que se trata de una manifestación sexual somática, es decir algo que compromete al cuerpo, El síntoma, por lo tanto es algo que muerde al cuerpo, que compromete al cuerpo.
En Más allá del principio del placer, produce un segundo concepto: Compulsión de repetición, que es retomado por Lacan
¿Cómo opera esto a nivel del síntoma? En Inhibición síntoma y angustia se refiere a los síntomas termitentes e intermitentes en la histeria, y a la anulación del acto en la obsesión, para señalar que ambos están sometidos a la compulsión de repetición.
Se plantea la dificultad con la fobia porque habla de represión y sin embargo no hay represión en el sentido en que él mismo la define allí. La moción hostil hacia el padre se desplaza (no se reprime) a un objeto del mundo exterior. Se sustituye el objeto. Se despliega al camino de evitación. La pulsión no es reprimida sino desplazada. De ahí el concepto de placa giratoria.
A continuación articuló la compulsión de repetición a “lo que no cesa de escribirse”, una declinación de la fórmula “lo que cesa de escribirse”. Es lo que se repite en tanto remite a lo necesario lógicamente, que se opone a lo imposible. Es la definición misma del síntoma. Algo se repite porque lo reprimido en la represión es “no hay relación sexual”. El partenaire sexual no está inscripto en ningún lado, el instinto está perdido. Por ello el partenaire sexual de un sujeto es sintomático. En la neurosis produce sufrimiento. La dirección de la cura apunta a elaborar ese sufrimiento.
JA Miller, en “El hueso de un análisis” plantea una metáfora: en el camino del sujeto hay una piedra que se plantea como un obstáculo y ese sería el hueso del análisis. Lo interesante es que es el camino mismo el que crea la piedra, el camino del análisis. Es porque hay repetición que se registra un obstáculo. Hay camino y piedra porque hay ser hablante. La dirección de la cura sería despejar la piedra que consiste en desentrañar lo más singular de un sujeto que es su rasgo de goce.
El curso de una cura supone en ese sentido una operación que Miller llama reducción: reducción significante y reducción a lo real.
Hay tres formas de reducción:
1- La reducción del material a una formulación al estilo del chiste “sufro por esto”, que implica una condensación del sentido.
2- Convergencia de las cadenas asociativas en un enunciado esencial, algo que nunca se olvidó. Significante amo de la vida de un sujeto no necesariamente reprimido, puede estar perdido. Es función del analista encontrar ese significante.
Ambas formas ponen en juego el significante, son formas simbólicas elementales.
3- Evitación (evitación del dolor/ displacer/ sufrimiento). Ya implica un pasaje de lo simbólico a lo real. ¿Cuál es el punto de goce que el sujeto neurótico intenta evitar mediante la represión, anulación, aislamiento?
Cada una de estas fases de la reducción arriba a puntos que se inscribieron por una absoluta contingencia. El trauma es producto de la contingencia de un encuentro que hace a la singularidad del goce del sujeto.
El concepto de evitación aparece en el Proyecto de Psicologia para neurólogos, en el marco de las formulaciones sobre la experiencia de dolor.
En el seminario 16, Lacan intenta ubicar las coordenadas para la eclosión de una neurosis. Se produce por la intrusión positiva de un goce autoerótico, aquello que era vivido como lo normal (ego sintónico), de repente se presenta como intrusión de algo que es fuente de un sufrimiento. Hay una positivización del sujeto como dependencia del Otro. En el curso “Iluminaciones profanas” Miller distingue el término “dependencia” de “dependiente”. Se trata de la posición del sujeto como dependencia del deseo del Otro (dependencia como parte). Se manifiesta su condición de objeto de deseo del Otro.
Estructuras Clínicas
Hay diferencia entre Lacan y Freud con respecto a la Fobia.
En “Inhibición, Síntoma y Angustia, en el capítulo 4, Freud se refiere al caso Juanito y plantea la fobia como solución al amor-odio al padre. Se reprime la moción hostil y se sustituye al padre por el caballo. Eso produce alivio. No hay represión pero hay formación sustitutiva. El asunto es que donde hay un síntoma no hay angustia, y tenemos que en la fobia hay angustia. Se trata –dirá Freud- de angustia-señal, la que llama a la represión.
En las otras neurosis es la angustia de castración la que es motor de la represión, de allí que en la histeria y la obsesiona hay síntomas reales mientras que en la fobia prevalece la angustia.
Lacan, en el seminario 16 (clase 19) plantea que la fobia no es una entidad clínica, vira hacia histeria, neurosis obsesiva o perversión, es la placa giratoria. En la medida en que el miedo es más tranquilizador que la angustia, cualquier cosa puede constituirse en objeto de una fobia. Lacan tira la pregunta: ¿qué hay más tigre de papel que una fobia? Es cuando no se constituyó el falo en la relación con la madre.Es una falla en la constitución del menos fi. Juanito al ser desalojado de la posición “salame” de la madre presenta una angustia intolerable y una moción hostil hacia el padre. (La docente señala sin desarrollarlo que en la Conferencia en Ginebra sobre el síntoma hay un tratamiento diferente de la cuestión)
Aquí la vuelta que Lacan da respecto de Freud es que el goce, que es ignorado por el sujeto, siempre se presenta como exterior.
No hay nada para trabajar en la Fobia más que la escucha, hacer lugar al despliegue simbólico. Si no hay represión, no hay interpretación significante a hacer ahí.
En el mismo seminario, Lacan plantea que en la neurosis, las dificultades con el paternaire sexual se presentan como insuficiencia o impotencia, dos respuestas neuróticas que constituyen la histeria y la obsesión.
Desarrolla la posición femenina y su derivación en la histeria: ser la mujer. La histérica no se toma como mujer, promueve la castración a nivel del padre simbólico (vaciado de goce, muerto, idealizado) para ser su goce. Ante la idealización de este goce rechaza cualquier otro por insuficiente, es la insatisfacción histérica. En el seminario 17, Lacan plantea al amo castrado como partenaire de la histérica. El padre se presenta como idealizado e impotente. Ella se formula como su goce. Hay a la vez un rechazo del cuerpo femenino.
Respecto de la posición masculina, su derivación en neurosis obsesiva es planteada en términos de la identificación con el padre simbólico: ser el amo como prototipo de la masculinidad. La neurosis obsesiva rechaza tomarse por un amo. Hace tratos con el amo con quien está en deuda. En la deuda se localiza su goce.
La clase culminó con comentarios de su propia clínica que esclarecieron muchos de los temas expuestos. También se debatió acerca de la clínica contemporánea y la proliferación de consultas por manifestaciones ligadas al cuerpo y con predominio de angustia (clasificadas como panik attak o trastornos de ansiedad). Diana aportó un dato conceptual interesante para seguir investigando: una suerte de “erotización del mundo” en muchos de esos casos.
Claudia Passalacqua
domingo, 4 de julio de 2010
2º clase Seminario Clinico 2010
La dignidad del síntoma
-entre el sufrimiento y la satisfaccion-
2º modulo del programa: EL SINTOMA NEUROTICO
Docente: DIANA DUKELSKY
VIERNES 16 DE JULIO, 13 HS.
ANEXO CASA DE LA CULTURA
OFICINA 7 EDIFICIO BOMBEROS
(Tucuman e Ituzaingo, Pilar)
Amo el dolor
Hace unas semanas atrás los medios masivos de comunicación, sobre todo los televisivos se ocuparon reiteradamente de difundir las imágenes de una producción fotográfica que tenía como protagonista a Victoria Vanucci. Dicha producción era el corolario de un episodio vivido por la modelo unos días antes con su marido a quien había acusado de haberla maltratado y golpeado a través de esos mismos medios a los que una vez desatado el escándalo pedía que respetaran su intimidad…
Desde los noticieros hasta los programas del corazón mostraban una y otra vez las fotografías a la par que se llevaban adelante acalorados debates en los que no sólo emitían su opinión los conductores sino que también sumaban la de profesionales e integrantes de distintas asociaciones de ayuda a las mujeres víctimas de violencia.
En las citadas fotos podía verse a Vanucci en pose sensual, la ropa rasgada y emulando manchas de sangre sobre sí; en otras blandiendo un corazón de púas o unos carteles con la misma forma con el siguiente mensaje: Love Pain .
Cabe subrayar que las fotos no parecían expresar dolor o tristeza (sentimientos que supuestamente debería experimentar alguien que hubiera atravesado una situación de maltrato), tenía en cambio su lugar la rabia, la sed de venganza y hasta asomaba la sonrisa.
Mas allá de lo paradojal del accionar de la modelo quien al modo de la histeria descripta por Freud se desviste con una mano y se tapa con la otra; me interesa reflexionar sobre las posibles causas que detonaron la reacción de los medios para llegar a constituirse en cuasi comités de ética.
El argumento que sustentaba la crítica giraba en torno a lo que la mayoría llamaba la banalización de la problemática teniendo en cuenta la situación de víctimas de las mujeres que la atraviesan y el sufrimiento que eso conlleva.
En una televisión donde lo banal tiene un lugar asegurado y hasta valorizado me pregunto: lo que escandaliza ¿será solamente efecto de la mentada banalización o habrá alguna otra causa que moviliza?
Tengo dos hipótesis al respecto: la primera ligada al uso del lenguaje en cada época y la manera en que esto opera en la construcción de la subjetividad; la segunda en relación al mas allá que el goce femenino involucra.
Primera hipótesis: La victimización de la venganza (1)
En sus orígenes la palabra víctima estaba asociada al discurso religioso y se usaba para referirse al animal ofrecido en sacrificio a los dioses.
Desde hace un tiempo que coincide con el nacimiento de la ciencia como tal, dicho significante se ha impuesto para designar a aquella persona que ha sufrido los efectos de un accidente natural, automovilístico o algún episodio violento. Me interesa subrayar la importancia que ha tenido la apropiación de esta categoría por el discurso científico en la medida en que los llamados protocolos de intervención así como los programas que se implementan en el ámbito de la salud o la educación operan a través de ella produciendo efectos en la subjetividad y en el modo de concebir la realidad.
En nuestro país la ley de violencia de género remite a uno sólo: el femenino. En este marco se entiende que la violencia de género es toda violencia ya sea ideológica, física o verbal ejercida contra la mujer.
Celio García en el trabajo mencionado propone una hipótesis respecto del cambio que se opera a nivel semántico en un determinado contexto político discursivo.
Mientras que en la época de la sociedad feudal y aristocrática regía el código de honor, la venganza tenía su lugar como modo de reparar una afrenta (basta remitirse a las reglas de un duelo). Con la edad moderna, en cambio es el propio Estado quien se atribuye el uso exclusivo de la fuerza. Así el discurso de la víctima viene a sustituir el de la venganza. En la medida en que la exigencia democrática impide hablar de venganza contra quien ofendió, el discurso de la víctima se ofrece como un elemento objetivo plausible de ser evaluado.
Cabe recordar que Freud afirmaba que las mujeres que no se separaban de sus maridos era porque no habían terminado de vengarse.
En este sentido considero que lo que no se soporta es que una mujer no se preste a alinearse con la posición de la víctima barrando así la serie de Las Mujeres maltratadas.
Segunda hipótesis: El más allá del goce femenino (2)
La historia de las mujeres está marcada por un supuesto déficit, un menos que se modaliza de diversas formas: fragilidad, incapacidad, inestabilidad, locura, etc. Si bien es cierto que esta historia ha sido escrita generalmente por hombres, no es menos cierto que las propias mujeres se han encargado y aún lo hacen de mantener viva la leyenda. Reparemos sino en los discursos de nuestra presidenta quien no descansa en señalar lo difícil que es para las mujeres acceder a determinados lugares de poder o de qué modo los hombres cuentan con ciertos privilegios en detrimento del género (que como ya hemos visto es femenino).
El psicoanálisis ha contribuido en cierta medida a implantar esta concepción. Recordemos que para Freud las posiciones sexuadas giraban en torno a un tener o no tener y en ese sentido la feminidad para él está determinada por una falta. Ante el reconocimiento de la diferencia sexual la niña renuncia al deseo de pene pero lo sustituye por el deseo de hijo. Sin embargo Freud advierte que si este proceso llegara a fracasar la niña podría quedar identificada al padre retornando al complejo de masculinidad.
Es decir que si bien para Freud la salida femenina del Edipo se realiza por vía de la maternidad, queda algo, un resto no resuelto y esta advertencia de un posible fracaso da cuenta de ello.
Lacan va a agregar a esta lógica del tener el ser, a su vez que contrariamente a Freud, considera el goce femenino regido por un mas allá del falo. Este más allá de la lógica edípica ubica a la mujer por fuera del reconocimiento social, es decir por fuera de las identificaciones de lo femenino a su vez que revela lo real del goce particular.
Esta división estructural del goce femenino no sólo funciona como una incógnita para las propias mujeres sino también para los hombres en la medida en que presentifica la castración.
Así la pregunta que Freud no pudo responder ¿Qué quiere una mujer? Aún sigue vigente.
Karina Perez
Notas:
(1) Este título está orientado por las conceptualizaciones de Celio Garcia en el trabajo La víctima, su vez, su voz; publicado en Virtualia, revista digital de la EOL, Nº 11/12. Año 2004.
(2) Chamorro,Jorge. Las mujeres. 1ª ed. Bs. As. Grama Ediciones, 2009
Desde los noticieros hasta los programas del corazón mostraban una y otra vez las fotografías a la par que se llevaban adelante acalorados debates en los que no sólo emitían su opinión los conductores sino que también sumaban la de profesionales e integrantes de distintas asociaciones de ayuda a las mujeres víctimas de violencia.
En las citadas fotos podía verse a Vanucci en pose sensual, la ropa rasgada y emulando manchas de sangre sobre sí; en otras blandiendo un corazón de púas o unos carteles con la misma forma con el siguiente mensaje: Love Pain .
Cabe subrayar que las fotos no parecían expresar dolor o tristeza (sentimientos que supuestamente debería experimentar alguien que hubiera atravesado una situación de maltrato), tenía en cambio su lugar la rabia, la sed de venganza y hasta asomaba la sonrisa.
Mas allá de lo paradojal del accionar de la modelo quien al modo de la histeria descripta por Freud se desviste con una mano y se tapa con la otra; me interesa reflexionar sobre las posibles causas que detonaron la reacción de los medios para llegar a constituirse en cuasi comités de ética.
El argumento que sustentaba la crítica giraba en torno a lo que la mayoría llamaba la banalización de la problemática teniendo en cuenta la situación de víctimas de las mujeres que la atraviesan y el sufrimiento que eso conlleva.
En una televisión donde lo banal tiene un lugar asegurado y hasta valorizado me pregunto: lo que escandaliza ¿será solamente efecto de la mentada banalización o habrá alguna otra causa que moviliza?
Tengo dos hipótesis al respecto: la primera ligada al uso del lenguaje en cada época y la manera en que esto opera en la construcción de la subjetividad; la segunda en relación al mas allá que el goce femenino involucra.
Primera hipótesis: La victimización de la venganza (1)
En sus orígenes la palabra víctima estaba asociada al discurso religioso y se usaba para referirse al animal ofrecido en sacrificio a los dioses.
Desde hace un tiempo que coincide con el nacimiento de la ciencia como tal, dicho significante se ha impuesto para designar a aquella persona que ha sufrido los efectos de un accidente natural, automovilístico o algún episodio violento. Me interesa subrayar la importancia que ha tenido la apropiación de esta categoría por el discurso científico en la medida en que los llamados protocolos de intervención así como los programas que se implementan en el ámbito de la salud o la educación operan a través de ella produciendo efectos en la subjetividad y en el modo de concebir la realidad.
En nuestro país la ley de violencia de género remite a uno sólo: el femenino. En este marco se entiende que la violencia de género es toda violencia ya sea ideológica, física o verbal ejercida contra la mujer.
Celio García en el trabajo mencionado propone una hipótesis respecto del cambio que se opera a nivel semántico en un determinado contexto político discursivo.
Mientras que en la época de la sociedad feudal y aristocrática regía el código de honor, la venganza tenía su lugar como modo de reparar una afrenta (basta remitirse a las reglas de un duelo). Con la edad moderna, en cambio es el propio Estado quien se atribuye el uso exclusivo de la fuerza. Así el discurso de la víctima viene a sustituir el de la venganza. En la medida en que la exigencia democrática impide hablar de venganza contra quien ofendió, el discurso de la víctima se ofrece como un elemento objetivo plausible de ser evaluado.
Cabe recordar que Freud afirmaba que las mujeres que no se separaban de sus maridos era porque no habían terminado de vengarse.
En este sentido considero que lo que no se soporta es que una mujer no se preste a alinearse con la posición de la víctima barrando así la serie de Las Mujeres maltratadas.
Segunda hipótesis: El más allá del goce femenino (2)
La historia de las mujeres está marcada por un supuesto déficit, un menos que se modaliza de diversas formas: fragilidad, incapacidad, inestabilidad, locura, etc. Si bien es cierto que esta historia ha sido escrita generalmente por hombres, no es menos cierto que las propias mujeres se han encargado y aún lo hacen de mantener viva la leyenda. Reparemos sino en los discursos de nuestra presidenta quien no descansa en señalar lo difícil que es para las mujeres acceder a determinados lugares de poder o de qué modo los hombres cuentan con ciertos privilegios en detrimento del género (que como ya hemos visto es femenino).
El psicoanálisis ha contribuido en cierta medida a implantar esta concepción. Recordemos que para Freud las posiciones sexuadas giraban en torno a un tener o no tener y en ese sentido la feminidad para él está determinada por una falta. Ante el reconocimiento de la diferencia sexual la niña renuncia al deseo de pene pero lo sustituye por el deseo de hijo. Sin embargo Freud advierte que si este proceso llegara a fracasar la niña podría quedar identificada al padre retornando al complejo de masculinidad.
Es decir que si bien para Freud la salida femenina del Edipo se realiza por vía de la maternidad, queda algo, un resto no resuelto y esta advertencia de un posible fracaso da cuenta de ello.
Lacan va a agregar a esta lógica del tener el ser, a su vez que contrariamente a Freud, considera el goce femenino regido por un mas allá del falo. Este más allá de la lógica edípica ubica a la mujer por fuera del reconocimiento social, es decir por fuera de las identificaciones de lo femenino a su vez que revela lo real del goce particular.
Esta división estructural del goce femenino no sólo funciona como una incógnita para las propias mujeres sino también para los hombres en la medida en que presentifica la castración.
Así la pregunta que Freud no pudo responder ¿Qué quiere una mujer? Aún sigue vigente.
Karina Perez
Notas:
(1) Este título está orientado por las conceptualizaciones de Celio Garcia en el trabajo La víctima, su vez, su voz; publicado en Virtualia, revista digital de la EOL, Nº 11/12. Año 2004.
(2) Chamorro,Jorge. Las mujeres. 1ª ed. Bs. As. Grama Ediciones, 2009
lunes, 28 de junio de 2010
La lengua ¿una cuestión musical?*
Es sabido que el ser humano habla la lengua con la que es hablado cuando nace: la llamada lengua materna.
Lo primero que escucha son sonidos y entre esos sonidos hay voces articuladas que arrullan o cantan o dicen cosas. No comprende el significado de las palabras pero emite ciertos sonidos que el adulto calificará de distintas formas.. ¿Alguien duda que el recién nacido no conoce las letras ni sabe que quieren decir esos sonidos que lo rodean? Sin embargo escucha y reproduce y luego de cierto tiempo habla. Se ha alienado al lenguaje o mejor aún a la lengua materna.
¿Qué tiene de particular esa lengua para tomar un cuerpo y hacerlo hablar? Se me dirá que quizás el aparato de fonación lo que es obvio, pero si no escucha no habla por bien constituido que esté ese aparato. ¿Entonces? ¿Qué entra por el oído y vivifica un cuerpo, lo vuelve erógeno dirá Freud (1)? Me permito una respuesta: su música.
Se dice que la música es el arte de combinar los sonidos (o los horarios según los músicos que tienen que vivir de ella). ¿Qué combinatoria particular acontece en cada lengua que las hace sólo diferencia? Diferentes sus modulaciones, diferentes entre sí… Se intentó universalizarlas en un solo y único idioma: el esperanto. Sabemos del fracaso del intento…
Se critica a EEUU porque pretendió universalizar el inglés. Es la vocación del Amo: cada vez que un grupo es dominado por otro el dominante impone su regla. No otra cosa dice Humpty Dumpty en Alicia en el país de las Maravillas (Lewis Carroll): todo depende de “quien es el amo de las palabras”.
Lacan (2) releva 4 discursos en los cuales el sujeto se posiciona y desde donde habla. Cuando se trata del discurso del Amo no sabe lo que dice pero ordena. Es decir que el agente del discurso es el significante sin más, insensato pero pleno de sentido: lo que se llamó el slogan, propio de los regímenes totalitarios. “El trabajo los hará libres” rezaba a la entrada de un campo de exterminio nazi. Se podría agregar: y el régimen los devolverá cadáveres. Pero eso estaba implícito, era la enunciación. Nadie, por confundido que estuviera, podría haber creído que iban a trabajar para ser libres llevados por la fuerza a dichos campos. Otra era la causa que los acercaba a su “destino final” también llamada “solución final” por el amo de turno.
Según Ferdinand de Sausure a un significante le corresponde un significado. Lo escribe mediante un algoritmo donde Significante está sobre la barra y Significado debajo, reprimido. Jacques Lacan modifica esta fórmula y considera que un significante es lo que representa un sujeto para otro significante. Rara definición, casi una tautología, porque engloba la misma palabra que define en su definición. Pero se entiende que un Significante remite a otro y el segundo da su sentido al primero.
Sarmiento, se me enseñó de niña, lo explicaba con los signos de puntuación, dando dos significaciones diferentes según cómo se coloquen. Escuchen: “El maestro, dice el director, es un idiota”. “El maestro dice: el director es un idiota.”
Equívocos de la lengua... ¿porqué no del lenguaje? Porque la lengua nos habla, nos fascina con su sonidos pero nos permite escuchar lo no dicho, escapa al significante y a su significación, va más allá y a veces, cuando no nos aturde, nos permite escuchar mejor.
Lalengua
En uno de sus últimos seminarios Lacan (3) trabaja desde la lógica modal el goce del lado femenino estableciendo algunas fórmulas. Escribe La mujer con una barra en el artículo determinado La para dar a entender que no hay universalidad de goce de lado femenino, sino particularidad. Su goce sexual es particular, no hace universo. No hay “para todas…” lo mismo, mientras que del lado macho, en tanto su órgano es referente del goce sexual, hay la posibilidad del “para todos” igual.
Hay una paridad con la lengua. No hay Una, hay “lenguas” porque la lengua implica un modo de goce particular: de cada región, de cada grupo, de cada etnia.
Es más, lo que se dio en llamar “el idioma” no es uniforme. Es lo que le permitió a Borges escribir El idioma de los argentinos. Pero tampoco utiliza las mismas formas ni la misma entonación un cordobés que un chaqueño, un porteño que un correntino.
¿Qué es lo que difiere si se trata del castellano para toda América Latina? La política nos llevó a decir el español desde que España está nuevamente en el concierto (otra palabra que alude a la música) de las naciones ricas. Difiere su música: las cadencias, los arrastres, los sonidos: “erres por eyes”, “eyes por elles”, las escansiones, los silencios, el ritmo, los acentos, el allegro ma non tropo de ciertas regiones, la letanía monótona de otras… lenguas…modos de goce, imposibles de detener y de universalizar.
Por eso propongo algo, como un ejercicio: dejémoslas ser. Cuando un joven porteño dice “Oká” en vez de Sí no está destruyendo nada, está haciendo vivir la lengua, la nueva, la nunca acabada, la propia, no la del otro sino la que se inventa y se modifica cada día un poco bajo el sedimento de lo que nos llegó de los otros. La lengua heredada y la lengua florecida, viviente, cotidiana. Ese “depósito aluvional” al decir de Lacan viviente con cada decir.
Termino con la frase de un poeta popular hablando del tango: “Por vos, shusheta, cana, reo y mishiadura, se hicieron voces al nacer con tu destino…” (4). Es esa música que creó esas voces, porque la voz, el soporte material de las palabras, nos lega mucho más que frases, nos remite al sentir en el cuerpo el goce de lengua. Por eso nos emociona la voz cuando canta, aún sin entender lo que dicen las palabras. Los poetas saben hacer gozar con la lengua combinando las palabras, dándoles un ritmo, un sentir, transformándolas en seres vivientes.
Habitar la lengua es mucho más que hablar o decir. Habitar la lengua es copular con ella.
* Presentado el 16 de junio de 2010 en Casa de Cultura del Fondo nacional de las Artes en el Ciclo del Seminario de Aiap “Arte y Palabra en el año del Bicentenario”.
Mirta Vazquez
Lic. En Psicología. Psicoanalista. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. (AMP)
Notas:
1-Sigmund Freud. Obras Completas. Ed. Ballesteros. Biblioteca Nueva. Madrid. 1948.
2- Jacques Lacan. Seminario 17. Paidós
3- Jacques lacan. Seminario 20. Aún. Editorial Paidós.
4- El Choclo. Música de Villoldo. Letra de Enrique Santos Discépolo.
Lo primero que escucha son sonidos y entre esos sonidos hay voces articuladas que arrullan o cantan o dicen cosas. No comprende el significado de las palabras pero emite ciertos sonidos que el adulto calificará de distintas formas.. ¿Alguien duda que el recién nacido no conoce las letras ni sabe que quieren decir esos sonidos que lo rodean? Sin embargo escucha y reproduce y luego de cierto tiempo habla. Se ha alienado al lenguaje o mejor aún a la lengua materna.
¿Qué tiene de particular esa lengua para tomar un cuerpo y hacerlo hablar? Se me dirá que quizás el aparato de fonación lo que es obvio, pero si no escucha no habla por bien constituido que esté ese aparato. ¿Entonces? ¿Qué entra por el oído y vivifica un cuerpo, lo vuelve erógeno dirá Freud (1)? Me permito una respuesta: su música.
Se dice que la música es el arte de combinar los sonidos (o los horarios según los músicos que tienen que vivir de ella). ¿Qué combinatoria particular acontece en cada lengua que las hace sólo diferencia? Diferentes sus modulaciones, diferentes entre sí… Se intentó universalizarlas en un solo y único idioma: el esperanto. Sabemos del fracaso del intento…
Se critica a EEUU porque pretendió universalizar el inglés. Es la vocación del Amo: cada vez que un grupo es dominado por otro el dominante impone su regla. No otra cosa dice Humpty Dumpty en Alicia en el país de las Maravillas (Lewis Carroll): todo depende de “quien es el amo de las palabras”.
Lacan (2) releva 4 discursos en los cuales el sujeto se posiciona y desde donde habla. Cuando se trata del discurso del Amo no sabe lo que dice pero ordena. Es decir que el agente del discurso es el significante sin más, insensato pero pleno de sentido: lo que se llamó el slogan, propio de los regímenes totalitarios. “El trabajo los hará libres” rezaba a la entrada de un campo de exterminio nazi. Se podría agregar: y el régimen los devolverá cadáveres. Pero eso estaba implícito, era la enunciación. Nadie, por confundido que estuviera, podría haber creído que iban a trabajar para ser libres llevados por la fuerza a dichos campos. Otra era la causa que los acercaba a su “destino final” también llamada “solución final” por el amo de turno.
Según Ferdinand de Sausure a un significante le corresponde un significado. Lo escribe mediante un algoritmo donde Significante está sobre la barra y Significado debajo, reprimido. Jacques Lacan modifica esta fórmula y considera que un significante es lo que representa un sujeto para otro significante. Rara definición, casi una tautología, porque engloba la misma palabra que define en su definición. Pero se entiende que un Significante remite a otro y el segundo da su sentido al primero.
Sarmiento, se me enseñó de niña, lo explicaba con los signos de puntuación, dando dos significaciones diferentes según cómo se coloquen. Escuchen: “El maestro, dice el director, es un idiota”. “El maestro dice: el director es un idiota.”
Equívocos de la lengua... ¿porqué no del lenguaje? Porque la lengua nos habla, nos fascina con su sonidos pero nos permite escuchar lo no dicho, escapa al significante y a su significación, va más allá y a veces, cuando no nos aturde, nos permite escuchar mejor.
Lalengua
En uno de sus últimos seminarios Lacan (3) trabaja desde la lógica modal el goce del lado femenino estableciendo algunas fórmulas. Escribe La mujer con una barra en el artículo determinado La para dar a entender que no hay universalidad de goce de lado femenino, sino particularidad. Su goce sexual es particular, no hace universo. No hay “para todas…” lo mismo, mientras que del lado macho, en tanto su órgano es referente del goce sexual, hay la posibilidad del “para todos” igual.
Hay una paridad con la lengua. No hay Una, hay “lenguas” porque la lengua implica un modo de goce particular: de cada región, de cada grupo, de cada etnia.
Es más, lo que se dio en llamar “el idioma” no es uniforme. Es lo que le permitió a Borges escribir El idioma de los argentinos. Pero tampoco utiliza las mismas formas ni la misma entonación un cordobés que un chaqueño, un porteño que un correntino.
¿Qué es lo que difiere si se trata del castellano para toda América Latina? La política nos llevó a decir el español desde que España está nuevamente en el concierto (otra palabra que alude a la música) de las naciones ricas. Difiere su música: las cadencias, los arrastres, los sonidos: “erres por eyes”, “eyes por elles”, las escansiones, los silencios, el ritmo, los acentos, el allegro ma non tropo de ciertas regiones, la letanía monótona de otras… lenguas…modos de goce, imposibles de detener y de universalizar.
Por eso propongo algo, como un ejercicio: dejémoslas ser. Cuando un joven porteño dice “Oká” en vez de Sí no está destruyendo nada, está haciendo vivir la lengua, la nueva, la nunca acabada, la propia, no la del otro sino la que se inventa y se modifica cada día un poco bajo el sedimento de lo que nos llegó de los otros. La lengua heredada y la lengua florecida, viviente, cotidiana. Ese “depósito aluvional” al decir de Lacan viviente con cada decir.
Termino con la frase de un poeta popular hablando del tango: “Por vos, shusheta, cana, reo y mishiadura, se hicieron voces al nacer con tu destino…” (4). Es esa música que creó esas voces, porque la voz, el soporte material de las palabras, nos lega mucho más que frases, nos remite al sentir en el cuerpo el goce de lengua. Por eso nos emociona la voz cuando canta, aún sin entender lo que dicen las palabras. Los poetas saben hacer gozar con la lengua combinando las palabras, dándoles un ritmo, un sentir, transformándolas en seres vivientes.
Habitar la lengua es mucho más que hablar o decir. Habitar la lengua es copular con ella.
* Presentado el 16 de junio de 2010 en Casa de Cultura del Fondo nacional de las Artes en el Ciclo del Seminario de Aiap “Arte y Palabra en el año del Bicentenario”.
Mirta Vazquez
Lic. En Psicología. Psicoanalista. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. (AMP)
Notas:
1-Sigmund Freud. Obras Completas. Ed. Ballesteros. Biblioteca Nueva. Madrid. 1948.
2- Jacques Lacan. Seminario 17. Paidós
3- Jacques lacan. Seminario 20. Aún. Editorial Paidós.
4- El Choclo. Música de Villoldo. Letra de Enrique Santos Discépolo.
viernes, 4 de junio de 2010
SEMINARIO CLÍNICO 2010
LA DIGNIDAD DEL SINTOMA
-entre el sufrimiento y la satisfacción-
· Clases a cargo de docentes del IOM
· Reuniones de lectura a cargo de Comisión ejecutiva local
· Talleres de casos clínicos
Docentes:
Mirta Vazquez (interlocutora de la Delegación),
· Clases a cargo de docentes del IOM
· Reuniones de lectura a cargo de Comisión ejecutiva local
· Talleres de casos clínicos
Docentes:
Mirta Vazquez (interlocutora de la Delegación),
Gerardo Arenas, Liliana Cazenave, Edit Tendlarz
2° y 4° viernes de cada mes. 13 hs.
Anexo Casa de la Cultura de Pilar
Oficina 7 edificio de Bomberos
(esq. calles Tucumán e Ituzaingo)
Inscripción e informes: 011-15-50952459 (Karen Monsalve) 011-15- 56687828(Andrea Dolera) o en la Casa de la Cultura en los horarios del Seminario.
Primera clase Seminario Clínico 2010
El síntoma a la entrada
Docente: Mirta Vazquez
El viernes 9 de marzo hemos recibido en nuestra Delegación a Mirta Vázquez quien dictó la primera clase de nuestro seminario anual, a continuación ofrecemos una reseña de la misma.
La docente comenzó la clase mencionando que el síntoma es un tema nodular en psicoanálisis, es como el retorno de lo reprimido. Señaló la importancia de volver a los textos de Freud: “Inhibición, síntoma y angustia”, “El sentido de los síntomas” y “Los caminos de la formación de síntoma”.
Freud señaló que el síntoma quiere decir algo, que tiene un sentido y se trataba de descubrir ese sentido. En un principio no hay saber del síntoma. La creencia de que el síntoma tiene un sentido es de ambos, analista y analizante.
En Lacan hay una idea nueva que es la idea de vacío, es una idea oriental. Se trata de vaciar el síntoma de sentido, porque el saber es goce.
Para Freud hay un sentido oculto que se va desplegando a lo largo del el análisis y en algún momento encaja.
Para Lacan síntoma es un nudo, significante y goce. El goce adhiere, no desplaza.
¿Qué es un síntoma en el discurso analítico?
Tiene capacidad de desplazamiento. Este síntoma tiene que perder adhesividad de goce, perder sentido.
Tanto el analista como el analizante, a la entrada del análisis están los dos en la posición de no saber. El analista avanza en el saber, encuentra en el decir del analizante un momento de angustia que escapa a la anécdota.
El síntoma sería una solución entre dos posiciones; en tanto formación de compromiso. El sujeto llega al analista cuando la solución no le soluciona más nada y entonces aparece la angustia.
¿Cómo hacer entrar algo de la palabra para que el síntoma pierda algo del goce?
La palabra va recortando y un núcleo se hace más consistente. La angustia no nace nunca de la libido reprimida. Después de la represión aparece cierta medida de angustia.
La función del psicoanálisis sería envolver formalmente al síntoma de forma tal que pueda ceder goce.
Freud dice que hay muchas neurosis donde no existe angustia alguna. A esto se llama síntoma egosintónico, en tanto se halla en sintonía con el yo.
En la clínica lo que no aparece en un principio se constituye en el transcurso del análisis como síntoma analítico. No hay neurosis sin síntoma.
El síntoma a la entrada es un nudo de sufrimiento y no saber que causa angustia. Hay que poner al síntoma en forma analítica para proceder, trabajar con él y encontrar otra solución.
El síntoma no es más que sentido gozado pero lo que nos permite ese levantamiento es cierto recorrido por la palabra. Por lo simbólico tocamos lo real. Es recorrerlo para que aparezca el sin sentido del sufrimiento adherido al goce.
En la religión cristiana como en la judía todo sufrimiento tiene un goce y Lacan dice que un católico verdadero no se puede analizar porque no va a llegar a ningún vacío central.
El sujeto es una esfera vacía de goce pero tenemos un cuerpo y encarnamos el goce en el cuerpo. El sentido está por todos lados. Esta es una versión lacaniana de la instancia yoica freudiana. El yo hace síntesis y le da sentido a todo. El análisis empieza a sacarle sentido cuando empieza a hacer ese tratamiento de corte de la palabra.
El final de análisis tiene que ver con que algo hay que hacer con el vacío porque hay un real del tiempo que empuja a eso. El cuerpo aparece siempre porque el síntoma tiene de última efectos en él.
Cuando aparece el cuerpo en psicoanálisis es notable como el tiempo real empieza a tomar otra dimensión. La angustia siempre encarnada en el cuerpo es el sentido.
Germán García refiere: “El neurótico está en la vía de la justificación”. ¿Ante quién se justifica? A quien lo manda a gozar, por eso el goce sentido es el superyo. El que manda a gozar es el mismo que le da sentido a su vida. El analizado no escapa a ésto porque está dentro de la estructura del sujeto pero está advertido. Hay un goce pero es aceptado por el sujeto y hay un acotamiento. La figura que se encarna en el objeto a del superyo es la voz.
Para terminar Mirta Vázquez compartió una viñeta clínica que ejemplificaba los conceptos desarrollados en la clase.
La docente comenzó la clase mencionando que el síntoma es un tema nodular en psicoanálisis, es como el retorno de lo reprimido. Señaló la importancia de volver a los textos de Freud: “Inhibición, síntoma y angustia”, “El sentido de los síntomas” y “Los caminos de la formación de síntoma”.
Freud señaló que el síntoma quiere decir algo, que tiene un sentido y se trataba de descubrir ese sentido. En un principio no hay saber del síntoma. La creencia de que el síntoma tiene un sentido es de ambos, analista y analizante.
En Lacan hay una idea nueva que es la idea de vacío, es una idea oriental. Se trata de vaciar el síntoma de sentido, porque el saber es goce.
Para Freud hay un sentido oculto que se va desplegando a lo largo del el análisis y en algún momento encaja.
Para Lacan síntoma es un nudo, significante y goce. El goce adhiere, no desplaza.
¿Qué es un síntoma en el discurso analítico?
Tiene capacidad de desplazamiento. Este síntoma tiene que perder adhesividad de goce, perder sentido.
Tanto el analista como el analizante, a la entrada del análisis están los dos en la posición de no saber. El analista avanza en el saber, encuentra en el decir del analizante un momento de angustia que escapa a la anécdota.
El síntoma sería una solución entre dos posiciones; en tanto formación de compromiso. El sujeto llega al analista cuando la solución no le soluciona más nada y entonces aparece la angustia.
¿Cómo hacer entrar algo de la palabra para que el síntoma pierda algo del goce?
La palabra va recortando y un núcleo se hace más consistente. La angustia no nace nunca de la libido reprimida. Después de la represión aparece cierta medida de angustia.
La función del psicoanálisis sería envolver formalmente al síntoma de forma tal que pueda ceder goce.
Freud dice que hay muchas neurosis donde no existe angustia alguna. A esto se llama síntoma egosintónico, en tanto se halla en sintonía con el yo.
En la clínica lo que no aparece en un principio se constituye en el transcurso del análisis como síntoma analítico. No hay neurosis sin síntoma.
El síntoma a la entrada es un nudo de sufrimiento y no saber que causa angustia. Hay que poner al síntoma en forma analítica para proceder, trabajar con él y encontrar otra solución.
El síntoma no es más que sentido gozado pero lo que nos permite ese levantamiento es cierto recorrido por la palabra. Por lo simbólico tocamos lo real. Es recorrerlo para que aparezca el sin sentido del sufrimiento adherido al goce.
En la religión cristiana como en la judía todo sufrimiento tiene un goce y Lacan dice que un católico verdadero no se puede analizar porque no va a llegar a ningún vacío central.
El sujeto es una esfera vacía de goce pero tenemos un cuerpo y encarnamos el goce en el cuerpo. El sentido está por todos lados. Esta es una versión lacaniana de la instancia yoica freudiana. El yo hace síntesis y le da sentido a todo. El análisis empieza a sacarle sentido cuando empieza a hacer ese tratamiento de corte de la palabra.
El final de análisis tiene que ver con que algo hay que hacer con el vacío porque hay un real del tiempo que empuja a eso. El cuerpo aparece siempre porque el síntoma tiene de última efectos en él.
Cuando aparece el cuerpo en psicoanálisis es notable como el tiempo real empieza a tomar otra dimensión. La angustia siempre encarnada en el cuerpo es el sentido.
Germán García refiere: “El neurótico está en la vía de la justificación”. ¿Ante quién se justifica? A quien lo manda a gozar, por eso el goce sentido es el superyo. El que manda a gozar es el mismo que le da sentido a su vida. El analizado no escapa a ésto porque está dentro de la estructura del sujeto pero está advertido. Hay un goce pero es aceptado por el sujeto y hay un acotamiento. La figura que se encarna en el objeto a del superyo es la voz.
Para terminar Mirta Vázquez compartió una viñeta clínica que ejemplificaba los conceptos desarrollados en la clase.
Claudia Passalacqua
Acerca de la Dignidad
El título del Seminario de este año me llevó a plantearme el concepto de “dignidad”. Me resultaba difícil pensar un sinónimo y al momento de definirlo se me abrían muchas posibilidades… algo así como que no era digno hablar de “dignidad” sin haber intentado profundizar un poco más.
Comencé, como solemos hacer en estos casos, por entrar en un diccionario y, como había tenido la oportunidad de leer lo que habían escrito mis compañeras de cartel sobre el tema, me dí cuenta que cada una había tomado un aspecto de la definición, que aludía al “síntoma”, a saber:
1. f. Cualidad de digno, que se comporta con decoro y se hace respetar (Era lo que Karina Pérez puntuaba en tanto que “un síntoma merece respeto”)
2. Excelencia, realce (Es lo que Graciela situaba como la “majestuosidad” del síntoma)
3. Seriedad de las personas en la manera de comportarse (El síntoma es cosa seria!)
4. Cargo honorífico y de autoridad (Karen decía que para que un síntoma tenga dignidad, tiene que serle asignado por alguien, algo así como concederle ese cargo honorífico)
Seguí buscando y encontré en “El Búho” (revista electrónica de la Asociación Andaluza de Filosofía) un artículo del profesor Francisco García Moreno, donde hacía un interesante recorrido por el concepto de “dignidad” a lo largo de la Historia de la Filosofía y del cual a continuación comparto algunos pasajes con Uds.
Entonces, este concepto, podía ser situado desde distintas dimensiones:
En primer lugar, desde la vertiente histórica y haciendo referencia a lo político-social, para mi sorpresa, los orígenes de la noción de dignidad se hallan en la antigua Roma. En la Grecia antigua no hay nada que corresponda exactamente a la dignitas romana. El concepto que está más cerca de dignitas y que es una idea central en la cultura griega, es el de honor (timé), y en verdad también en latín honor y dignitas suelen competir en tanto que el reconocimiento de la dignitas lleva consigo cierto honor. La dignidad romana se alcanza por las capacidades, las cualidades, la conducta moral intachable que conlleva a los honores y el reconocimiento público. El hombre público romano, como César, Cicerón, Pompeyo, luchan por su dignidad. Acabadas las Guerras Gálicas y antes de que estallara el conflicto interno, César escribe a Pompeyo que “para él la dignidad ha sido siempre lo primero y más cara que la vida” (BC 1,9,2). El mismo Antonio se declara dispuesto a obedecer al Senado “pero con tal que mantenga su dignidad” (Cic. Phil. 12,4).
En segundo término, en la dimensión religioso-teológica, podemos apreciar que la dignidad del hombre, para los cristianos, se fundamenta en su semejanza a Dios. Como aparece en el Génesis: “Luego dijo Dios: creemos al hombre a imagen y semejanza…”. García Moreno observa que la homoíosis theo platónica (por ejemplo en Rep. 613b y Leg. 4,716d) y su exigencia de hacer filosofía como ofrenda a lo divino del hombre y para superar lo animal, puede verse como fase precursora de la concepción cristiana: de ejercer la dignidad humana como tarea entregada al hombre por Dios y de realizarse a sí mismo a imagen y semejanza de Dios. La dignitas hominis otorgada por Dios está en oposición con la miseria hominis, que también pertenece a la naturaleza humana. El derecho a la dignidad humana se concibe así como un triunfo sobre la bajeza, debilidad y falla humanas. La dignidad adquiere así su sentido solo experimentado una y otra vez que es herida. La dignidad humana aparece definida en relación directa con Dios con independencia de la condición política y social del hombre, de su nacionalidad, religión o pertenencia a cualquier otro grupo. Con ella el hombre posee ciertos derechos que ninguna comunidad terrena puede enajenar. A través de la Historia de la Creación, de vigencia hoy canónica, de los comentarios y aclaraciones de los Padres de la Iglesia y de otros después, el concepto de dignidad humana ha pasado a fijarse en la conciencia general. Ya no puede prescindirse del elemento cristiano en la historia de la dignidad humana.
Como tercer dimensión el artículo mencionado nos propone la ética-personal y social (en el sentido de la autonomía moral). Ubica al concepto moderno de dignidad humana, a partir de Kant, en las Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y sublime, en que al principio fundamental de la moral denomina sentimiento de la belleza y dignidad de la naturaleza humana. En la Metafísica de las costumbres la dignidad de la naturaleza humana es deducida de la autodeterminación moral del hombre. Pero el hombre no aparece aquí dentro de un gran orden cósmico ni tampoco en una comunidad nacional ni social, sino que cada uno lucha por su dignidad interior, y el hombre físico se somete al moral. Con respecto a la posibilidad de adquirir dignidad interior, según Kant y la idea cristiana todos los hombres son iguales. Una relación política aparece en Don Carlos de Schiller, donde se enuncia por primera vez como deber del Estado velar por la dignidad de los hombres, lo cual se convierte en un postulado político y adquiere una nueva fuerza, que desde entonces no ha perdido. La dignidad interna Kantiana y la cristiana luchan por los derechos humanos y se llega a la Revolución Francesa: la dignidad del hombre se hace fundamento de los derechos humanos. “Solo en libertad política -dice Schiller- el hombre puede velar por su sentimiento de dignidad.” La libertad es una exigencia de la dignidad. Pero pronto Schiller vería que su llamado había sido en vano: solo pueden conseguirse la libertad y dignidad interiores, y dirá: “La humanidad ha perdido su dignidad, pero el arte la ha salvado y conservado…”
En el siglo XIX la idea de dignidad humana en el contexto político y social adquirió una importancia cada vez mayor a través de Schiller. Testimonio de esto son las críticas de Schopenhauer y Nietzsche al concepto kantiano. Schopenhauer dirá: “Me parece que el concepto de dignidad, basado en un ser tan pecaminoso en voluntad, tan limitado en espíritu, tan caduco y vulnerable en el cuerpo como es el hombre, solo puede emplearse irónicamente.” Para Nietzsche solo al genio puede concederse dignidad. Así, en este culto al genio se separa el elemento aristocrático romano del contexto político.
Finalmente, el artículo citado hace referencia a las terribles experiencias de nuestro tiempo, considerando que éstas han dado un nuevo impulso al concepto político de dignidad humana, reapareciendo un elemento de la dignitas romana: el derecho de la persona frente a la comunidad, derecho que reclaman no solo las altas personalidades como en la Roma republicana, sino cada hombre. De la dignidad humana ya no se deriva un deber, como en la Cristiandad, en la filosofía platónica y en el Renacimiento italiano, sino más bien el derecho de cada ciudadano frente a la comunidad. A través de la carta fundamental de diversos países la dignidad es apelable. La dignidad del hombre en este sentido sigue amenazada, para preservarla la formulación legal es necesaria, pero no basta.
A su vez, la dignidad desde la ética, es considerada como un valor, en tanto y en cuanto el ser humano es de un orden superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Ese valor es denominado “dignidad humana” y es un llamado al respeto que se extiende a todos los que lo poseen, es decir, a todos los seres humanos. Aún cuando algunos fueran relegados a un trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados, este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres humanos. Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético, todo ser humano es en sí mismo digno y merecedor de respeto.
Desde el Psicoanálisis entonces podríamos pensar esta “dignidad humana” desde la perspectiva de pares que proponía Graciela en tanto “síntoma-sujeto”.
Los principios que se desprenden de este valor, también pueden ser escuchados en sintonía con nuestra concepción de síntoma: respeto, utilidad, doble efecto, integridad, etc.
Para finalizar, podríamos situar del lado del Síntoma la dignidad (que en tanto analistas habremos de hacer valer) y (como nos recordaba Graciela la puntuación freudiana) del lado del Sujeto el coraje-valor (del griego andreia) indispensable al momento de hacerse responsable de su sufrimiento… y su satisfacción.
Después de realizar este recorrido por la dignidad… del síntoma, se me armó la pregunta: podemos decir entonces que el psicoanálisis al síntoma lo-cura? ¿Cómo pensar locura-ble y lo imposible de curar del síntoma?
Andrea Dolera
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