Docente: Mirta Vazquez
La docente comenzó la clase mencionando que el síntoma es un tema nodular en psicoanálisis, es como el retorno de lo reprimido. Señaló la importancia de volver a los textos de Freud: “Inhibición, síntoma y angustia”, “El sentido de los síntomas” y “Los caminos de la formación de síntoma”.
Freud señaló que el síntoma quiere decir algo, que tiene un sentido y se trataba de descubrir ese sentido. En un principio no hay saber del síntoma. La creencia de que el síntoma tiene un sentido es de ambos, analista y analizante.
En Lacan hay una idea nueva que es la idea de vacío, es una idea oriental. Se trata de vaciar el síntoma de sentido, porque el saber es goce.
Para Freud hay un sentido oculto que se va desplegando a lo largo del el análisis y en algún momento encaja.
Para Lacan síntoma es un nudo, significante y goce. El goce adhiere, no desplaza.
¿Qué es un síntoma en el discurso analítico?
Tiene capacidad de desplazamiento. Este síntoma tiene que perder adhesividad de goce, perder sentido.
Tanto el analista como el analizante, a la entrada del análisis están los dos en la posición de no saber. El analista avanza en el saber, encuentra en el decir del analizante un momento de angustia que escapa a la anécdota.
El síntoma sería una solución entre dos posiciones; en tanto formación de compromiso. El sujeto llega al analista cuando la solución no le soluciona más nada y entonces aparece la angustia.
¿Cómo hacer entrar algo de la palabra para que el síntoma pierda algo del goce?
La palabra va recortando y un núcleo se hace más consistente. La angustia no nace nunca de la libido reprimida. Después de la represión aparece cierta medida de angustia.
La función del psicoanálisis sería envolver formalmente al síntoma de forma tal que pueda ceder goce.
Freud dice que hay muchas neurosis donde no existe angustia alguna. A esto se llama síntoma egosintónico, en tanto se halla en sintonía con el yo.
En la clínica lo que no aparece en un principio se constituye en el transcurso del análisis como síntoma analítico. No hay neurosis sin síntoma.
El síntoma a la entrada es un nudo de sufrimiento y no saber que causa angustia. Hay que poner al síntoma en forma analítica para proceder, trabajar con él y encontrar otra solución.
El síntoma no es más que sentido gozado pero lo que nos permite ese levantamiento es cierto recorrido por la palabra. Por lo simbólico tocamos lo real. Es recorrerlo para que aparezca el sin sentido del sufrimiento adherido al goce.
En la religión cristiana como en la judía todo sufrimiento tiene un goce y Lacan dice que un católico verdadero no se puede analizar porque no va a llegar a ningún vacío central.
El sujeto es una esfera vacía de goce pero tenemos un cuerpo y encarnamos el goce en el cuerpo. El sentido está por todos lados. Esta es una versión lacaniana de la instancia yoica freudiana. El yo hace síntesis y le da sentido a todo. El análisis empieza a sacarle sentido cuando empieza a hacer ese tratamiento de corte de la palabra.
El final de análisis tiene que ver con que algo hay que hacer con el vacío porque hay un real del tiempo que empuja a eso. El cuerpo aparece siempre porque el síntoma tiene de última efectos en él.
Cuando aparece el cuerpo en psicoanálisis es notable como el tiempo real empieza a tomar otra dimensión. La angustia siempre encarnada en el cuerpo es el sentido.
Germán García refiere: “El neurótico está en la vía de la justificación”. ¿Ante quién se justifica? A quien lo manda a gozar, por eso el goce sentido es el superyo. El que manda a gozar es el mismo que le da sentido a su vida. El analizado no escapa a ésto porque está dentro de la estructura del sujeto pero está advertido. Hay un goce pero es aceptado por el sujeto y hay un acotamiento. La figura que se encarna en el objeto a del superyo es la voz.
Para terminar Mirta Vázquez compartió una viñeta clínica que ejemplificaba los conceptos desarrollados en la clase.
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