Foto de Germán Maass

domingo, 4 de julio de 2010

Amo el dolor

Hace unas semanas atrás los medios masivos de comunicación, sobre todo los televisivos se ocuparon reiteradamente de difundir las imágenes de una producción fotográfica que tenía como protagonista a Victoria Vanucci. Dicha producción era el corolario de un episodio vivido por la modelo unos días antes con su marido a quien había acusado de haberla maltratado y golpeado a través de esos mismos medios a los que una vez desatado el escándalo pedía que respetaran su intimidad…

Desde los noticieros hasta los programas del corazón mostraban una y otra vez las fotografías a la par que se llevaban adelante acalorados debates en los que no sólo emitían su opinión los conductores sino que también sumaban la de profesionales e integrantes de distintas asociaciones de ayuda a las mujeres víctimas de violencia.
En las citadas fotos podía verse a Vanucci en pose sensual, la ropa rasgada y emulando manchas de sangre sobre sí; en otras blandiendo un corazón de púas o unos carteles con la misma forma con el siguiente mensaje: Love Pain .
Cabe subrayar que las fotos no parecían expresar dolor o tristeza (sentimientos que supuestamente debería experimentar alguien que hubiera atravesado una situación de maltrato), tenía en cambio su lugar la rabia, la sed de venganza y hasta asomaba la sonrisa.
Mas allá de lo paradojal del accionar de la modelo quien al modo de la histeria descripta por Freud se desviste con una mano y se tapa con la otra; me interesa reflexionar sobre las posibles causas que detonaron la reacción de los medios para llegar a constituirse en cuasi comités de ética.
El argumento que sustentaba la crítica giraba en torno a lo que la mayoría llamaba la banalización de la problemática teniendo en cuenta la situación de víctimas de las mujeres que la atraviesan y el sufrimiento que eso conlleva.
En una televisión donde lo banal tiene un lugar asegurado y hasta valorizado me pregunto: lo que escandaliza ¿será solamente efecto de la mentada banalización o habrá alguna otra causa que moviliza?
Tengo dos hipótesis al respecto: la primera ligada al uso del lenguaje en cada época y la manera en que esto opera en la construcción de la subjetividad; la segunda en relación al mas allá que el goce femenino involucra.

Primera hipótesis: La victimización de la venganza (1)
En sus orígenes la palabra víctima estaba asociada al discurso religioso y se usaba para referirse al animal ofrecido en sacrificio a los dioses.
Desde hace un tiempo que coincide con el nacimiento de la ciencia como tal, dicho significante se ha impuesto para designar a aquella persona que ha sufrido los efectos de un accidente natural, automovilístico o algún episodio violento. Me interesa subrayar la importancia que ha tenido la apropiación de esta categoría por el discurso científico en la medida en que los llamados protocolos de intervención así como los programas que se implementan en el ámbito de la salud o la educación operan a través de ella produciendo efectos en la subjetividad y en el modo de concebir la realidad.
En nuestro país la ley de violencia de género remite a uno sólo: el femenino. En este marco se entiende que la violencia de género es toda violencia ya sea ideológica, física o verbal ejercida contra la mujer.
Celio García en el trabajo mencionado propone una hipótesis respecto del cambio que se opera a nivel semántico en un determinado contexto político discursivo.
Mientras que en la época de la sociedad feudal y aristocrática regía el código de honor, la venganza tenía su lugar como modo de reparar una afrenta (basta remitirse a las reglas de un duelo). Con la edad moderna, en cambio es el propio Estado quien se atribuye el uso exclusivo de la fuerza. Así el discurso de la víctima viene a sustituir el de la venganza. En la medida en que la exigencia democrática impide hablar de venganza contra quien ofendió, el discurso de la víctima se ofrece como un elemento objetivo plausible de ser evaluado.
Cabe recordar que Freud afirmaba que las mujeres que no se separaban de sus maridos era porque no habían terminado de vengarse.
En este sentido considero que lo que no se soporta es que una mujer no se preste a alinearse con la posición de la víctima barrando así la serie de Las Mujeres maltratadas.

Segunda hipótesis: El más allá del goce femenino (2) 
La historia de las mujeres está marcada por un supuesto déficit, un menos que se modaliza de diversas formas: fragilidad, incapacidad, inestabilidad, locura, etc. Si bien es cierto que esta historia ha sido escrita generalmente por hombres, no es menos cierto que las propias mujeres se han encargado y aún lo hacen de mantener viva la leyenda. Reparemos sino en los discursos de nuestra presidenta quien no descansa en señalar lo difícil que es para las mujeres acceder a determinados lugares de poder o de qué modo los hombres cuentan con ciertos privilegios en detrimento del género (que como ya hemos visto es femenino).
El psicoanálisis ha contribuido en cierta medida a implantar esta concepción. Recordemos que para Freud las posiciones sexuadas giraban en torno a un tener o no tener y en ese sentido la feminidad para él está determinada por una falta. Ante el reconocimiento de la diferencia sexual la niña renuncia al deseo de pene pero lo sustituye por el deseo de hijo. Sin embargo Freud advierte que si este proceso llegara a fracasar la niña podría quedar identificada al padre retornando al complejo de masculinidad.
Es decir que si bien para Freud la salida femenina del Edipo se realiza por vía de la maternidad, queda algo, un resto no resuelto y esta advertencia de un posible fracaso da cuenta de ello.
Lacan va a agregar a esta lógica del tener el ser, a su vez que contrariamente a Freud, considera el goce femenino regido por un mas allá del falo. Este más allá de la lógica edípica ubica a la mujer por fuera del reconocimiento social, es decir por fuera de las identificaciones de lo femenino a su vez que revela lo real del goce particular.
Esta división estructural del goce femenino no sólo funciona como una incógnita para las propias mujeres sino también para los hombres en la medida en que presentifica la castración.
Así la pregunta que Freud no pudo responder ¿Qué quiere una mujer? Aún sigue vigente.


Karina Perez

Notas:
(1) Este título está orientado por las conceptualizaciones de Celio Garcia en el trabajo La víctima, su vez, su voz; publicado en Virtualia, revista digital de la EOL, Nº 11/12. Año 2004.

(2) Chamorro,Jorge. Las mujeres. 1ª ed. Bs. As. Grama Ediciones, 2009

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