Foto de Germán Maass

sábado, 27 de febrero de 2016

Comenzamos el 2016

A modo de apertura al tema que indagaremos este año: el registro imaginario, sus variaciones en la enseñanza de Lacan, sus transformaciones según las épocas, su presentación en nuestros días... contaremos con la presencia de Daniel Millas para empezar a conversar. Invitamos a todos los interesados a acompañarnos este año a inaugurar de esta manera el trabajo


martes, 16 de febrero de 2016

Poesía y psicoanálisis. Testimonios de la extimidad

Victoria Mora, integrante de APPIL y la Delegación Pilar del IOM2, participó en agosto de 2015 de las Jornadas de Literatura y Psicoanálisis de la Editorial Letra Viva. Comparte el trabajo allí presentado.

Cecilia Collazo escribe: “(éxtimo) es lo que encontramos entre lo presente y lo ausente, lo ominoso convive con lo éxtimo. Lo ubicamos en una figura de la topología  que es la Banda de Moebius. Podríamos definirlo como el borde que pertenece a lo íntimo por un lado y a lo exterior por otro, obedeciendo a ambos espacios a la vez”
La poesía puede leerse como testimonio de la extimidad, tanto para quién escribe como para quien lee. Para el poeta allí se une lo más íntimo, el ejercicio de su escritura, con lo exterior al momento de dar a leer aquello que lo movilizó a hacer poesía. Para quién lee, las resonancias de su intimidad se verán reflejadas en lo que otro convirtió en letra impresa, frente a sí verá  parte de su intimidad, pero en el exterior.
 Desde ya que los efectos de la poesía estarán tomados por la lógica del uno por uno y eso vale tanto para el lector como para el poeta. El encuentro podrá producirse o no. Lo cierto es que la buena poesía es esa que toca algo de la extimidad para muchos lectores.
La capacidad  del poeta de saber hacer con el vacío generará una experiencia inquietante y a la vez conmovedora en el lector. Dice Jacques Alain Miller en su curso Extimidad: “Lo éxtimo es lo que está más próximo, lo más interior, sin dejar de ser exterior (…) El término extimidad se construye sobre intimidad. No es su contrario porque lo éxtimo es precisamente lo íntimo, incluso lo más íntimo” Es un logro del poeta que su palabra escrita conmueva lo más íntimo en nosotros.
El analista comparte con el poeta ese lugar de extimidad. En términos de un análisis el analista ocupará ese lugar, allí en el espacio que se instala como el lugar más intimo para un sujeto en análisis se descubrirá que quién se analiza está atravesado por algo ajeno que lo habita, empezando por el Otro dentro de sí mismo. Dice Miller “Éxtimo es, en primer lugar, el Otro del significante éxtimo al sujeto, aunque más no sea porque la lengua mía, en la que expreso mi intimidad, es la del Otro”. En el despliegue de su intimidad allí en el espacio transferencial habilitado por el analista y sostenido en su posición de causa de deseo, a lo largo de un análisis, el sujeto descubrirá que eso está fracturado, que allí no hay uno que habla, esa fractura da cuenta de la extimidad dentro de sí. El sujeto que habla está habitado por un vacío estructural, la poesía y el psicoanálisis harán lo propio con ese vacío. Natalia Neo Poblet dice “se escribe desde la extranjeridad, desde el exilio”, posiciones de lo éxtimo que atraviesan la experiencia de la escritura pero también la de un análisis.
El analista sin ser un íntimo tampoco es totalmente exterior se ubica precisamente en la dimensión de la éxtimo que hará posible un análisis, soportará la pregunta que le dirigirá el analizante sobre qué lugar tiene en el deseo del Otro, encarnará lo perturbador, será quién desde su posición y su deseo sostenga la pregunta por lo éxtimo, así dará un tratamiento posible a lo real del goce que lo habita.
Tal como lo retoma Cecilia Collazo en su libro La rosa de cobre, Lacan habla de la poética en un análisis y dice de ella que es la “creación de un sujeto que asume un nuevo orden de relación simbólica con el mundo”. Salvando las distancias me pregunto si la poesía no nos enfrenta también con la creación de un nuevo orden del mundo, o mejor dicho con la posibilidad de ver ciertos mundos con la mirada poética de quién haya hecho de la poesía su invención.
El poeta comparte con el psicoanalista la posibilidad de crear nuevos mundos desde los que ya habitamos. Más allá de las diferencias de su práctica, la poesía y el psicoanálisis se hermanan desde muchos aspectos, tal como damos fe en este encuentro.
La extimidad como uno de estos rasgos que los unen se encuentra también ligada de manera inevitable a lo real. Lo unheimlich, lo siniestro, es el paso fundacional del concepto de extimidad inventado por Lacan. Lo unheimich, tan poéticamente trabajado en su texto por Freud, es la experiencia de encontrar afuera lo más íntimo y viceversa, que lo más íntimo esté tomado por la ajenidad. La experiencia de lo real, el encuentro con lo real, mantiene ese sesgo éxtimo que despierta al sujeto. Allí es donde lo real toma los rasgos de lo singular.
La poesía en tanto testimonio de la extimidad bordea lo real para dar cuenta de ello en lo simbólico. Escribe Pablo Fridman en “Shakespeare, más allá de Shakespeare” en La máquina des-escribir “el escritor se funde en la letra de su escrito cuando nombra lo real, queda eclipsado en tanto que enuncia una verdad que toca a cada uno en lo singular de su posición subjetiva”
Así la extimidad es el nombre de lo real atravesado por lo simbólico. Dice Collazo “(La poesía) Es una forma de despertar del letargo metonímico de lo narrativo (…) La poesía es un fenómeno del cuerpo, es pulsión que pasa a lo real, diría que traspasa a lo real”. Podríamos reemplazar la palabra poesía por la de psicoanálisis y la frase aún valdría.
Nicolás Cerruti y Flor Codagnone plantean en su libro Literatura ∞ Psicoanálisis. El signo de lo irrepetible, libro inaugural de la serie de la colección Literatura ∞ Psicoanálisis de Editorial Letra Viva que tanto la literatura como el psicoanálisis son experiencias de escritura y de lectura. En un análisis también se reescribe una historia, se la narra para otro que lee. Flor propone entender el análisis como un hecho creativo, propuesta que nos invita a seguir entrecruzando literatura y psicoanálisis, sin que se anulen, más bien poniéndonos a pensar como la palabra se juega en ambos, como se producen resonancias inevitables. En esas resonancias vivimos.
Como cierre y prueba de lo dicho, una poesía de Cecilia Collazo hablará por sí misma, lo que puede llevar ríos de tinta de teorizaciones:

Escribo

Escribo
porque la palabra
nunca dice lo que quiero.

Porque los términos
no recubren los destierros,
los vacíos, los agujeros.

Poética despiadada
que no nombra
lo que porta,
sólo acontece.

Habla, se acerca,
sigilosa sin alcanzar
lo que pretende.

Nombra y al nombrar
nunca dice
cómo se llama lo que siente.




domingo, 14 de febrero de 2016

Dos contribuciones

Claudia Passalacqua, integrante de APPIL y de la Delegación Pilar del IOM2, contribuye con dos textos, mientras nos preparamos para comenzar este año 2016 con nuevas propuestas de trabajo psicoanalítico .El primero, fruto de un Seminario realizado por ella en el marco del ICDEBA, articula un tema surgido durante la lectura del Seminario La angustia en la Delegación en el 2015. El segundo, una puntuación que permite introducir la pregunta que orientará la investigación del Módulo Casos graves de la infancia durante el año que vendrá. A disfrutarlos.



Impostura y Mascarada

Lacan da cuenta de dos afirmaciones: que el Don Juan es un fantasma femenino, y que el masoquismo femenino es un fantasma masculino.

Lacan refiere que los hombres se mostrarán más partidarios del deseo y las mujeres del goce. Se sirve del goce místico para hablar del goce femenino, tomando como referencia las experiencias místicas de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

La tragicomedia de los sexos se desarrolla en el plano del tener y del ser en relación al falo. Los hombres, preocupados por su tener y por no perder; las mujeres frente al no tener, tienen la opción de ser en lugar de no tener, transformar ese no tener en un bien que los hombres querrían poseer, hacerse ser el falo. Es la conocida facilización del cuerpo de la mujer: la solución de la mascarada. La mujer rechaza en la mascarada los aspectos de la femineidad.

En el Seminario 10, se encuentra cierto reverso de la sexualidad femenina a partir del goce. Hay un goce envuelto en su contigüidad. Un goce no contable, no medible.

Mientras que el falo como significante tiene que ver con serlo o tenerlo, acentuando la vía del deseo, al tomarlo en relación al órgano hace que su valor en lo imaginario tenga que ver con la potencia: la tumescencia y la detumescencia.

Las complicaciones entre el amor y el deseo es del lado de la posición femenina.
El lugar de la angustia para la mujer es si el hombre va a sostener el deseo. ¿Qué quiere más allá del acto sexual?

El masoquismo femenino, es un fantasma masculino, es por procuración que el hombre hace que el goce sostenga su angustia. Existe la mujer que puede gozar de todo sin parar. Ella goza de ser objeto del hombre permanentemente. Tiene que ver con lo inconmensurable del goce femenino. Responde a lo que Lacan demuestra en su Seminario 10 cuando afirma que el goce de la mujer es mayor que el del hombre, aunque depende de la limitación que le impone al hombre su relación con el deseo.


A diferencia, el fantasma del Don Juan, que es una fantasía femenina, es la imagen de un hombre al que no le falta nada. Es la negación del menos fi. Siempre tiene algo de impostor, es hacer cierto simulacro de aquello que le produce angustia. Es decir, en dicho fantasma, el Don Juan acepta la impostura y puede ponerse en el lugar del Otro, el objeto como absoluto. Simplemente responde al anhelo en su función fantasmática: que haya un hombre que lo tenga siempre y que no pueda perderlo, ni perderse con ninguna, ninguna mujer puede arrebatárselo. Ellas entran dentro de la cuenta solo si son nombradas. Casanova, en cambio, el cuál fue representado en varias obras literarias y cinematográficas “sabía escuchar a las mujeres con atención y simpatía y tenía que estar convencido de que al menos en ese instante, él amaba a esa mujer y que su amor era correspondido”. Ellas participaban y quizás hasta consentían al engaño por el cual él podía amarlas en ese instante.


CLINICA DIFERENCIAL ENTRE NEUROSIS - PSICOSIS

Lacan plantea que hay una historia estructural que determina que un sujeto sea neurótico o psicótico. Lo que se ve en el desencadenamiento son los fenómenos de la estructura.
En el seminario 3 refiere “puede que al comienzo el banquito no tenga suficientes pies”. Hay un defecto que existe desde siempre. Se sostiene por alguna estabilización, suplencia precaria.
La estructura de Psicosis es contraria a una suposición de saber. El significante retorna de lo real y da una certeza de saber. Cuando el sujeto tiene que tomar la palabra, si la estructura es psicótica, puede surgir el desencadenamiento. El tener que tomar la palabra puede acercar al vacío forclusivo.
La alucinación es un significante en lo real, articulada a un objeto (mirada, voz). La clínica diferencial nos va a dar el movimiento del objeto mirada - voz.

Lacan, plantea que el cuerpo fragmentado se puede ubicar tanto en la esquizofrenia como en la histeria.
Toma el caso Dora de Freud, y dice “el enigma de Dora es qué es ser una mujer?” No aparecen fenómenos elementales ni hay trastornos del lenguaje.
En la neurosis obsesiva, la pregunta es ¿estoy vivo o muerto?
Para Lacan, la estructura de la Neurosis es una pregunta, un enigma; mientras que la estructura de la Psicosis es una respuesta, una certeza.
La pregunta neurótica es un enigma de goce.

En la psicosis, no hay diferencia entre significantes, no hay diferencia entre simbólico y real. No se adhiere a ningún mito, siendo que para que lo haya tiene que haber Nombre del Padre.

En la neurosis obsesiva, el tratamiento de lo real es con el fantasma; en la psicosis, es un tratamiento de lo real con el delirio.

En la última enseñanza de Lacan, el Nombre del Padre se pluraliza, se pasa del Nombre del Padre a los Nombres del Padre. Es un modo más de suplencia.
En el seminario RSI, plantea que el Nombre del Padre es un anudador de los tres registros (imaginario, simbólico, real), es como un cuarto nudo.

Lacan diferencia la lengua del lenguaje. La lengua es un grupo de significantes unarios que son idénticos. Son S1 que charlan solo en lo real. Es un real anterior al lenguaje.
El lenguaje es una metaforización de la lengua, es un significante que representa a un sujeto para otro significante (Neurosis).
En la Psicosis, prevalece la lengua, que articula cosas que va más allá del saber enunciado. Tiene una función primitiva con el goce.
El S1 de la lengua, queda indeciso entre el fonema, la lengua y la holofrase. Todos los significantes son homofónicos. En la Psicosis, queda como equívoco.
La interpretación es solidaria con la función de la lengua. No hay que interpretar por el equívoco homofónico. La lengua es goce puro y el inconsciente lo que hace es decodificar ese goce.