Foto de Germán Maass

martes, 30 de junio de 2015





Reseña de la clase a cargo de Mario Goldenberg

El objeto a y la descomposición del estadio del espejo. Falta, vacío y objeto a.



Se estableció la diferencia en la conceptualización de la angustia para la filosofía de Kierkegaard, Heidegger, Sartre que no se preguntan por la nada, sino que plantean que la angustia patentiza la nada, angustia ante la nada. Y la posición de Freud que formulará que carece de objeto pero que no es ante nada. La angustia es ante algo.

 Lacan ubica ese “ante algo” como lo que está fuera de la representación. Critica la metafísica de Heidegger, un ser que se sostiene en la nada constitutiva del ser ontológico.

El objeto a es constitutivo del sujeto. Sujeto: término cuestionado por Lacan, que lo sustituirá por “parlêtre”: ser hecho de palabra. El lenguaje es sustancia gozante, el significante es sustancia de goce.

 En la cadena significante, hay un real dentro del bolillero de significantes, el objeto a.  La angustia  se presenta del lado en donde la identificación es ciega: no sé qué objeto soy para el Otro. También la angustia es señal de lo Real: la angustia no engaña por algo que escapa, es condición de goce.

 El imperativo de la época es gozar. Hay angustia ante algo de la castración que no se puede velar en la compulsión de goce.

El docente sugiere la lectura de El Ojo Absoluto de Gérard Wacjman; La Pantalla Global de Gilles Lipovetsky; y a la autora Paula Sibilian, para pensar en la explosión de lo audiovisual, el universo que está en las pantallas. Hay recomposición de la i(a), ya no es como en la época de Lacan. La imagen y la angustia: en el plus de gozar está incluida la angustia. En este seminario, el sujeto lacaniano se sostiene en el objeto, el verdadero partenaire es el objeto. Si todo lo del orden del significante es delirio (como en la novela de Javier Cercas, El impostor; basada en la historia de Enric Marco) lo que no engaña es la angustia.



Rosana Manghi

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