sábado, 9 de abril de 2016
Destinos del yo: desde su constitución al último Lacan- Por Victoria Mora
El viernes 1 de
Abril comenzamos con la primera clase del Seminario Clínico de la Delegación
Pilar perteneciente al IOM2. Este año nuestro eje de trabajo serán las
“variaciones sobre lo imaginario”. Esta primera clase llevó por título
“Destinos del ego-yo. Desde su constitución al último Lacan” La clase estuvo a
cargo de Esteban Pikievicz, psicoanalista, psiquiatra, miembro de la EOL, y de
la AMP, miembro del Centro Descartes y Jefe del Servicio de Psicopatología del
Hospital de Esquel.
Pikievicz
realizó un recorrido del Yo desde el primer Lacan. En relación a este primer
momento tomó como referencia los escritos “El estadio del espejo como formador
de la función del Yo (je)…” y “La agresividad en psicoanálisis” Allí Lacan
busca destacar cuál es la función del Yo ubicándose en las antípodas de los
racionalistas. Se refirió también a la distinción lacaniana entre je y moi (diferenciación
que la lengua española no contempla) en
tanto el moi se encuentra ligado al narcisismo secundario y el je posee una
función de shifter apuntando a la enunciación como más allá del moi.
Luego continuó
con un recorrido por dichos escritos. Haciendo mención a la distinción entre
moi y je, siendo que el yo tiene certidumbres en cambio el je se ubica como lo
más desconocido por el moi. El je funciona según una matriz simbólica, que es
el Otro.
El yo en esta
etapa de la enseñanza de Lacan es el que permite ubicarse en tiempo y espacio.
El yo tiene una constitución paranoica en tanto viene de afuera.
Luego en el
Seminario 2 Lacan hablará de un Yo que no tiene nada que ver con la conciencia.
La conciencia no tiene que ver para Lacan con la subjetividad. Sino que esta es
la identificación con ciertos significantes. La conciencia es la capacidad de
producir una imagen.
El Yo es un
objeto inédito en tanto surge de la unificación de las pulsiones parciales.
Continuó con la
mención del i(a) ligado al grafo del deseo. Allí se encuentra la verdadera
reserva libidinal que vela lo oculto en la imagen y más allá de ella, se trata
de un yo sin imagen. El Yo que vela lo imposible, paradójicamente cubre para
que haya un mundo posible.
Pikievicz siguió
en la línea de la agresividad no como violencia sino como experiencia subjetiva
constitutiva. El Yo es vehículo de lo que habla. La eficacia de la agresividad
avizora siempre un castigo: la castración. El moi es respuesta a la castración.
Es la respuesta determinada por el ideal (grafo del deseo). En el análisis se
escucha el je para modificar el moi, se apunta a la enunciación que el je
entraña.
A partir de año
65 Pikievicz ubica al segundo Lacan. Aparece el grafo del deseo. El Yo vela
contrafóbicamente el a. El Yo es el objeto que protege de la angustia. Ir de un
Yo de las imágenes a un Yo sin imagen: el fantasma que es una imagen fija, un
significado absoluto. El análisis hará caer las identificaciones imaginarias.
Un yo que estaba
por delante como objeto de deseo con el soporte i(a) es objeto causa de deseo,
ahora va detrás.
En relación al
último Lacan se recomendó el libro de Germán García “En torno a las
identificaciones” Mencionó también los tres registros en tanto anudamientos en
cuyo centro de superposición se encuentra el objeto a. En relación al libro de
García retoma de allí que el objeto a demuestra que tiene operatoria, que es el
soporte último del Yo. Lo imaginario termina siendo lo más consistente que
podemos tener.
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